Colabora

La leyenda de Brigitte Bardot, la mujer que no nació para ser madre

Fallece el gran mito francés a los 91 años. B.B. se retira definitivamente tras décadas de activismo animalista y sonadas polémicas políticas.

Brigitte Bardot en los 60 | Cordon Press

Se esperaba hace unos meses este final de Brigitte Bardot, a los noventa y un años cumplidos el pasado septiembre. Había permanecido tres semanas en octubre en un hospital de Tolón, sureste de Francia, debido a una intervención quirúrgica vinculada con una grave enfermedad, que no fue especificada en los partes médicos. Todavía a su avanzada edad, cuando hacía casi cincuenta años que estaba alejada del cine y vivía en soledad en "La Madrague", su casa de siempre en Saint-Tropez, la Costa Azul, era el gran mito de antaño y cualquier chisme o noticia relacionada con ella, generalmente relacionada con su defensa de los animales, el racismo o la extrema derecha del país galo, era recogida por los medios informativos. De ahí que ahora, en su adiós definitivo, muchos hayamos coincidido en considerarla la leyenda eterna.

La escena prohibida de 'Y Dios creó a la mujer'

Fue el 28 de septiembre de 1934 cuando Brigitte Bardot nació en París en el seno de una familia acomodada. El padre era industrial y la madre interesada por montar una tienda de modas. Ambiente en el que, muy jovencita, ya demostraba sus gustos artísticos realizando diseños. Se adentró con pocos años en el mundo de la danza: ser bailarina acaparaba sus sueños. Probó como modelo en su propia casa, luciendo vestidos que su madre vendía a sus amigas. Y también comenzó a ser objeto de reportajes gráficos, lo que la condujo a su debut en el cine en 1952 cuando rodó "Le Trou Normand", de Jean Boyer, junto a un cómico muy afamado, Bourvil, exhibiéndose con un bikini blanco. Por entonces apareció en la portada de "Elle". Llamó la atención de un joven director cinematográfico y guionista, Roger Vadim. Arrancó las páginas de la publicación donde ella venía retratada y se la mostró a otro colega y productor, Marc Allégret, citándola para una audición. De la que salió contratada. Su padre no estaba muy conforme con que una de sus dos hijas, Brigitte (la otra era Mijanou, con la que en los últimos años no se hablaba) se dedicara al cine.

El caso es que con quince años ella y Vadim, veintiuno se aventuraron a rodar Y Dios creó la mujer, no sin enfrentarse a problemas de financiación, hasta que con muy poco dinero optaron por empezar la película, en la que Brigitte era Juliette, una adolescente con aspecto juvenil, que venía a representar los primeros tiempos de la emancipación femenina. El veterano Curd Jürgens y el galán Jean-Louis Trintignant compartían con ella el reparto. El escándalo cuando se estrenó superó los resultados de la crítica, poco favorables. Además, la censura metió la tijera. Razones tenía en aquel 1952 porque una de las secuencias prohibidas fue la de la escena de un "cunnilingus". En cambio en los Estados Unidos el filme hizo furor. Y en la historia del cine, sobre todo el francés, quedó como un símbolo de la libertad sexual en la pantalla. Ni qué decir que los cines españoles tardaron en exhibirla mucho tiempo. En el recuerdo de los buenos cinéfilos queda la famosa escena del sensual mambo que bailaba encima de una mesa. Erotismo puro.

Perojo y Berlanga quisieron contratarla

Lo de Brigitte Bardot en el cine fue como reza uno de nuestros añejos refranes: Llegar y besar el santo. Porque aquella película de Vadim la convirtió en una estrella, a la que impuso la abreviatura de su nombre en las carteleras: B.B. Que hizo fortuna. Él se convirtió en su marido aquel mismo año. Ella se paseó triunfadora por la alfombra roja de La Croisette, en el Festival de Cannes. Y París match lo celebró como la aparición en las pantallas francesas de "La nueva Leslie Caron", que había sido, por cierto, compañera suya cuando estudiaban danza en una academia.

Muere a los 91 años Brigitte Bardot, icono del cine y mito erótico del siglo XX

Transcurría 1957 cuando su marido, Roger Vadim, "se olió la tostada", digamos que olor "a cuerno quemado". Resulta que durante los años que duró su unión matrimonial, su mujer la había estado engañando, no con uno sino con dos hombres. Uno, precisamente su compañero en "Y Dios creó la mujer", Jean-Louis Trintignant, que estuvo acostándose con ella unas cuantas temporadas, no obstante estando casado con una muy interesante actriz, Stéphane Audran. Es posible que haciendo recuento de sus amantes, Trintignant fue el hombre al que más amó. Pero es que también B.B. traicionó a Vadim: con Gilbert Bécaud, el creador de "Et maintenant". O sea que, en el amor, la Bardot iba por libre.

Con Gunter Sachs | Cordon Press

Entre tanto en Madrid la productora de Benito Perojo buscaba una actriz francesa para protagonizar un guion escrito por Luis García Berlanga, que iba a dirigirlo: "Novio a la vista". En esa gestión surgió el nombre de Brigitte Bardot. Pero estaba comprometida con otro rodaje. Y en su lugar desde París llegó Josette Arno, actriz ascendente, que cumplió su papel. Perojo y Berlanga se "tiraban de los pelos" después.

"Hubiera preferido parir un perro y no un hijo"

Año 1959, cuando fue protagonista de Babette se va a la guerra: ya era una estrella internacional. Su director fue Christian-Jaque. El argumento giraba ambientado en la II Guerra Mundial. El galán de B.B era Jacques Charrier, entonces de moda. Simpatizaron en seguida, al punto de que sin haber terminado el rodaje quedó embarazada. El 11 de enero de 1960 dio a luz a Nicolás. No le hizo maldito caso conforme el bebé fue creciendo, quedando al cuidado de sus abuelos paternos. Charrier tuvo que ocuparse de su manutención y educación.

Brigitte declaró en una entrevista algo verdaderamente cruel: "Hubiera preferido parir a un perrito en vez de a un hijo". Y nunca más se quedaría embarazada. "No nací para ser madre", sentenció. Y añadió una barbaridad: "Aquello fue para mí como tener un tumor canceroso".

Quiso suicidarse

Entre el divorcio con el que fue sin duda alguna su Pigmalión, Roger Vadim y su maternidad, Brigitte atravesó por un proceso depresivo que la llevó a querer suicidarse. No sería la primera vez en su poco a poco alocada vida. El cine la salvó, porque en la década de los 60 y parte de los primeros 70 protagonizó la mayor parte de su filmografía. Jean-Luc Godard, que era uno de los creadores de la llamada "nouvelle vague", la nueva ola que cambió muchos esquemas del cine europeo, la dirigió en Le méprise (El desprecio), adaptando una novela de Alberto Moravia, emparejándola con Michel Piccoli, un sólido actor. Se rodó en Roma. De 1965 era "¡Viva María!".

La filmografía de B.B, no es muy extensa, que comparamos su fama con las películas que hizo: sólo cuarenta, aunque escuchábamos en Radio Nacional que le calculaban cincuenta. Me guío por la prensa francesa. La década de los 70 comenzó para ella intensa, con Las petroleras, de 1971, el año asimismo de El bulevar del ron

En 1973 se reencontró con Roger Vadim. La había perdonado. Dirigiéndola ese año en "Si don Juan fuese mujer", también conocida por su título original "Don Juan 73". Que fue una de las últimas películas de la estrella, junto a un galán muy interesante llamado Maurice Ronet, bien conocido de los españoles por haber sido pareja en el cine y en la vida real de Sara Montiel. Tenía entonces B.B. treinta y ocho años y una intensa vida sentimental.

Cuatro bodas, docenas de amantes

En esos momentos de su carrera Brigitte ya había conocido muchos hombres que la amaron. A sus dos matrimonios ya reseñados, con Vadim y Charrier, añadamos que en 1966 conoció a un playboy de nacionalidad alemana, fotógrafo y también empresario de éxito. No era un chulo como se le atribuyó en muchos reportajes de prensa. Un seductor, sí, con un raro atractivo, de rostro llamativo con unos dientes que sobresalían de sus labios y una figura como de portero de discoteca. Un cuerpo de armario, que se dice. La protegía. Pareja asidua en esos años. Invitados en cualquier fiesta de gala que sucediera en París, donde residían. Tres años les duró esa vida de lujo y de lujuria.

Pero, hasta entonces, la lista de amantes superaba la cifra de tres o cuatro docenas, de nombres que no nos dirían nada en estas calendas. Algunos, sí como el más seductor de los divos norteamericanos, Warren Beatty. Se dijo que con Alain Delon también hubo roces, pero ambos negaron haberse acostado. Serge Gainsbourg, el compositor maldito, se compenetró mucho con ella con sus ideas ácratas o izquierdista. Se reunían a menudo en aquel histórico 1968 revolucionario en París en la Maison des Arts, a orillas del Sena. Despotricaban sobre lo divino y lo humano. Se amaron. Y él hasta le compuso una de sus más escandalosas melodías, porque Brigitte también añadió a su vida artística la faceta de cantante, aunque con relativo éxito. Nos referimos a "Je t'aime moi non plus". Que grabó pero luego desistió de darla a conocer. Serge se la proporcionaría luego a su siguiente pareja, Jane Birkin y con ella armaron un buen lío en todos los programas de radio, prohibida en España largo tiempo.

En los 2000 | Cordon Press

Retirada temprana

Una canción popularizada por Edith Piaf retrata bastante la personalidad de Brigitte Bardot: "Non, no regrette rien". Porque B.B, decía esto de sí misma: "Nunca fingí, no me arrepiento de nada". Ni de sus desmanes, vida atrabiliaria, escandalosa, ni de otras obsesiones como la defensa de los animales contra viento y marea, hasta presidir una fundación por ella creada. ¿Cabe más rareza la de dar la murga continuamente para que nadie atentara contra la vida de las focas recién nacidas?

No era una actriz excelsa, por supuesto: la obligaron a desempeñar papeles descabellados. Ahora se ha dicho de ella en Francia que fue como una mezcla de calendario erótico y diosa antigua. Pero cautivó a millones de corazones desde la pantalla, con sus jóvenes curvas, una gracia voluptuosa cuando miraba a la cámara, un mohín seductor con sus labios, mujer magnética que electrizaba tanto a hombres como a mujeres.

Jean Cocteau la retrató así: "Vive como todos los demás, sin ser como nadie". Charles De Gaulle quiso conocerla y a la cita en el Elíseo ella acudió con pantalones y chaqueta militar, sus cabellos sueltos, al aire. Un pequeño secreto: era rubia de bote; sus cabellos naturales, de color castaño.

También Pablo Picasso sintió deseos de pintarla, cuando B.B. iniciaba su escalada al éxito. Y quedó para la eternidad desde un cuadro del genio que la plasmó con sus cabellos recogidos en moño cubista.

Estaba ya muy cansada del cine cuando rodando en 1973 la que iba a ser su última película, nunca estrenada en España, "L'histoire très bonne et trés joyeuse de Colinot Trousse-Chemise", le dijo a su agente artística: "Pero ¿qué hago yo aquí en estos estudios, con un turbante en la cabeza que me hace ridícula? ¡No actuaré más!".

Y cumplió su palabra cuando aún no había cumplido cuarenta años.

Cuarta y última boda

Brigitte Bardot pasó por etapas en las que también estaba harta de la vida. Y no sólo quiso suicidarse, como dijimos, en 1960. Repitió una escena parecida el 28 de septiembre de 1983 coincidiendo con su cuarenta y nueve cumpleaños. Se tomó un tubo entero de somníferos. Tuvieron que aplicarle una bomba estomacal. Salvó su vida de milagro. También cuando padeció cáncer de mama. Lo curioso es que siempre decía que no necesitaba a los médicos.

Publicó cinco libros. Y una sola vez protagonizó la obra teatral, "L'Invitation au château", de Jean Anouilh.

Defensora a ultranza del feminismo, a su modo y manera. En eso fue una adelantada. Lo que no le impedía en su momento admirar a Marilyn Monroe, con quien coincidió en una recepción en el palacio de Buckingham con Isabel II.

Viajó bastante. En España rodó varias películas. La primera de ellas en Ronda y Almería, año 1957, Los joyeros del claro de luna, encabezando un reparto internacional con Alida Valli, Stephen Boyd y nuestro Fernando Rey. El guion era de Roger Vadim, todavía casado con B.B., a la que impuso al productor como protagonista. Hubo escenas de peligro, con un coche a toda velocidad. A Brigitte la dobló la especialista de siempre.

B.B. volvió a rodar en nuestro país en 1968: Shalako, filme de acción junto a Sean Connery, delante de ella en el reparto. El director fue Edward Dmytryk. Presupuesto, cinco millones de dólares. Iba a hacerse en México, pero la Bardot impuso España, en este caso, Almería. En el mejor hotel de Aguadulce ocupó una planta entera solo para ella y Günther Sachs, su marido. Llevaba este séquito: secretaria, chófer negro particular, mánager personal, fotógrafo particular y un empresario suyo. Los exteriores fueron en Gérgal, Tabernas, las playas de Mónsul, Roquetas de Mar y Aguadulce.

En 1971 volvimos a tenerla entre nosotros, para filmar Las petroleras, cuyo realizador fue Christian-Jaque. Un western. Brigitte Bardot mano a mano con otra gran estrella, Claudia Cardinale. La rivalidad entre ambas llegó, según el argumento, a peleas físicas. Los exteriores se fijaron en Almería, Burgos y Daganzo (Madrid). Sesenta millones de pesetas se recaudaron en las taquillas españolas. La coproducción contó entre otros actores conocidos con José Luis López Vázquez, hombre educado, exquisito siempre, quien comentó no haber cruzado ni un breve saludo con la antipática B.B.

Quien tampoco le tuvo simpatía alguna fue José Luis de Vilallonga. Publicó que la había conocido en Venecia, yendo ella de la mano de un novio fugaz, el cantante Sacha Distel. Se hicieron amigos, contaba él, y la definía como una pequeña burguesa, no muy inteligente "pero dotada de un tremendo sentido común rayano en el cinismo". Al preguntarle sobre los hombres que había tenido, respondió: "Me he movido siempre en el mundo del cine y la verdad es que en él no he encontrado hombres de calidad extraordinaria. Se acercan otros no a una mujer cualquiera, sino a una superstar que soy yo".

Le gustaba mucho el dinero. Avariciosa, siempre siguiendo la opinión de Villalonga. Observó en Saint-Tropez que se servía de amigos y vecinos para no gastar un franco en los pedidos al mercado. Era, por cierto, vegetariana. Le pidió José Luis opinión sobre B.B. a una parapsicóloga. Su estudio decía que acabaría la vida de la estrella en la más completa soledad, prematuramente envejecida, rodeada de toda clase de animales, amargada y abandonada por todos aquellos que vivieron a costa de su fama.

Más o menos, acertó en algunas cosas. En soledad, no del todo porque contrajo su cuarto matrimonio con Bernard d'Ormale, ex senador de Jean Marie Le Pen, líder del Frente Nacional, el 16 de agosto de 1992. Con él ha vivido hasta la fecha y compartiendo las ideas políticas del marido pasó hace tiempo a ser votante del partido ahora en manos de la hija de aquel, de extrema derecha. Tiempo hacía que B.B. se había radicalizado y fue multada por algunas de sus declaraciones racistas.

Entre elogios y críticas, Brigitte Bardot quedará para la historia del espectáculo como una mujer que revolucionó el cinema de los años 50 y 60, siempre independiente e inconformista.

Temas

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario