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Confesiones de un cinépata

'Cars 2': el primer patinazo de Pixar

Desde luego, Pixar se la ha jugado más de lo que parece con la nueva entrega de Cars, que fue dirigida por John Lasseter en 2006. Aunque la taquilla acompañó en aquella ocasión -sin bien algo menos que en todas las demás películas de la compañía- el desembarco de su secuela en los cines de todo el mundo debe entenderse más como capricho personal de la compañía (en su legítima apuesta de mejorar el producto inicial), y como soporte de una millonaria campaña de merchandising, más que como un nuevo hito cinematográfico del estudio responsable de obras maestras cinematográficas como la trilogía Toy Story, Wall-E, Up...

Pero el problema fundamental de Cars 2, del que la cinta nunca se recupera, son las dos historias en la que la película se divide, y que nunca llegan a cooperar bien. Una de ellas, la que sigue una trama de espionaje internacional, sorprende con una dinámica distinta, mucho más aventurera, espectacular, colorida y divertida que en la anterior película. Pixar coquetea con el género de acción a la manera de 007 y lo hace con éxito. La segunda, que envuelve a los personajes conocidos por todos y que introduce el esperable contenido moral de todo filme infantil y familiar, da el protagonismo a la oxidada camioneta Mate, un personaje que nunca debería haber sido más que un entrañable secundario, y aporta una moraleja en la que los genios de Pixar no parecen confiar demasiado, por primera vez en su historia.

Hay que reconocer la valentía de Pixar a la hora de hacer girar casi todo en torno a esa camioneta que en la versión original interpreta Larry The Cable Guy, y dejar al protagonista de la anterior, Rayo McQueen, en un lugar secundario. Esto deja mucho espacio para la introducción de nuevos personajes, escenarios, y una enorme ampliación del mundo en el que transcurre la trama, que en esta ocasión pasa de ser el encantador pueblo de la mítica ruta 66 estadounidense, a prácticamente todo el mundo, incluyendo Italia, Japón o Londres. La sorpresa viene esta vez en forma de una serie de extraordinarias escenas de acción perfectamente integradas en la trama y basadas en las aventuras de James Bond en su época más encantadora y vintage.

Pero ni los guionistas del filme ni su director John Lasseter logran que los personajes operen al mismo nivel: Cars 2 falla notablemente allí donde Pixar siempre ha triunfado, es decir, a la hora de presentar personajes carismáticos y conmovedores. Tras un extraordinario prólogo de acción, esta vez hay que esperar media película para que la historia nos interese. Nada esto significa que Cars 2 sea un filme desdeñable. De hecho, merece ser degustado en la pantalla grande como un entretenimiento eficiente que se convertirá en la película favorita de los más pequeños gracias a un 3D excelente, un colorido demoledor y un buen diseño de personajes. Pero Pixar nos tenía acostumbrados a una obra maestra al año desde hace dos décadas, y Cars 2 simplemente no lo es.

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