

80 años de Hiroshima y Nagasaki: un ignoto horror para la humanidad
Hace 80 años, el mundo fue testigo de una devastación sin precedentes. En diciembre de 1941 el Congreso de los Estados Unidos declaró la guerra a Japón en tras al ataque sorpresa de ese país en Pearl Harbor. El 6 de agosto de 1945 el presidente Harry S. Truman autorizó el lanzamiento de las bombas atómicas, primero sobre Hiroshima y tres días después, el 9 de agosto, en Nagasaki. En apenas segundos, miles de vidas quedaron borradas y cientos de miles más quedaron marcadas por la radiación, el sufrimiento y la destrucción.
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Bomba atómica del 6 de agosto de 1945, a las 8:15 de la mañana en Hiroshima
Era el 6 de agosto de 1945, a las 8:15 de la mañana, cuando el bombardero estadounidense Enola Gay, pilotado por el coronel Paul Tibbets, liberó la bomba Little Boy desde una altura de 9.500 metros. El artefacto explotó en el aire, a unos 600 metros del suelo, sobre una ciudad que no había sido bombardeada anteriormente y que albergaba una importante base militar, Hiroshima, en la isla Honshu de Japón.
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El avión Enola Gay
La aeronave estaba pilotada por el coronel Paul W. Tibbets, quien también dio nombre al avión en honor a su madre, Enola Gay Tibbets. Junto a él viajaban otros once tripulantes, entre los que se encontraba el copiloto Robert A. Lewis, el navegante Theodore Van Kirk y el especialista en armamento Thomas Ferebee, encargado de activar el mecanismo de lanzamiento.
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Evitar la onda expansiva
Tras soltar la bomba, el Enola Gay viró bruscamente para evitar la onda expansiva y regresó a su base en la isla de Tinian a las 14:58, tras más de 12 horas de misión. Fue recibido entre celebraciones, con la presencia de cientos de personas, incluidos periodistas y fotógrafos. Su piloto, Paul W. Tibbets, fue el primero en descender y recibió en ese instante la Cruz por Servicio Distinguido. Los otros dos B-29 que participaron en la operación aterrizaron poco después.
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15.000 toneladas de TNT
La bomba, cargada con 64 kilos de uranio 235, funcionaba como una pistola, puesto que disparaba una pieza del material contra otra para provocar una reacción de fisión nuclear. Aunque solo se fisionó cerca del 1,4% de su contenido, la explosión liberó una energía equivalente a 15.000 toneladas de TNT. La detonación generó una ola de calor de más de 4.000 °C, provocando una devastación total en un radio de varios kilómetros.
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140.000 víctimas
La ciudad quedó convertida en un infierno en cuestión de segundos. Entre 60.000 y 80.000 personas murieron el mismo día de la explosión, y dos tercios de los edificios, cerca de 60.000 construcciones, fueron reducidos a escombros. La cifra de fallecidos ascendió a finales de 1945, contabilizándose unas 140.000 víctimas debido a las quemaduras y a las enfermedades por la exposición a la radiación.
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Los 'hibakusha': los supervivientes de las bombas atómicas
Los testimonios de los supervivientes –conocidos como los hibakusha– describen escenas de absoluto horror: cuerpos calcinados, piel colgando, personas caminando en silencio con la ropa quemada y heridas abiertas. A día de hoy, existen más de 360.000 hibakusha, quienes durante o después del bombardeo han sufrido desfiguraciones en la cara o el cuerpo y enfermedades provocadas a causa de la radiación.
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Los efectos de la radiación
La radiación provocó efectos inmediatos y a largo plazo: quemaduras severas, náuseas, vómitos, caída del cabello y hemorragias. En los años posteriores se dispararon los casos de leucemia y otros tipos de cáncer, como de pulmón, tiroides y mama. También se detectaron cataratas y alteraciones del sistema inmunológico entre los supervivientes.
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Armas nucleares
Hoy, con más de 12.000 armas nucleares repartidas entre nueve países. Estados Unidos y Rusia concentran el 90 % del arsenal global, pero potencias como China, India, Corea del Norte o Reino Unido han acelerado sus programas. A esta inquietante escalada se suman las crecientes tensiones internacionales, como el conflicto entre Rusia y Ucrania.
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Homenaje en el Parque Memorial de la Paz
Cada 6 de agosto, a las 8:15 de la mañana, exactamente a la hora en la que la bomba fue detonada en 1945, Hiroshima guarda silencio absoluto. Las campanas suenan en el Parque Memorial de la Paz y las sirenas se activan por toda la ciudad. Toda la población de la ciudad detiene su actividad durante un minuto para rendir homenaje a las víctimas, un ritual que se repite cada año, recordando con solemnidad y respeto el momento exacto en que comenzó la tragedia en 1945.
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El recuerdo de miles de víctimas
En la actualidad, Hiroshima es una ciudad moderna, limpia y ordenada, con una población cercana al millón y medio de habitantes. Sin embargo, bajo sus calles reconstruidas todavía queda el recuerdo de las miles de víctimas que dejó la tragedia. En la ceremonia de este 80º aniversario, a la que asistieron 55.000 personas y representantes de 120 países, volvió a repetirse el llamado a un mundo libre de armas atómicas.
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Una amenaza nuclear mayor que nunca
El alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, y otros altos cargos depositaron el pasado miércoles flores en el cenotafio como homenaje a las víctimas de los bombardeos atómicos. “No nos queda mucho tiempo, mientras enfrentamos una amenaza nuclear mayor que nunca”, advirtió en un comunicado Nihon Hidankyo, la organización japonesa de supervivientes, galardonada en 2024 con el Premio Nobel de la Paz por su labor en favor de la abolición de las armas nucleares.
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El 9 de agosto de 1945, a las 11:02 de la mañana en Nagasaki
El 9 de agosto de 1945, a las 11:02 de la mañana, apenas tres días después de la devastación de Hiroshima, Estados Unidos lanzó una segunda bomba atómica sobre Japón. La aeronave encargada de la misión fue un bombardero B-29 llamado Bockscar, pilotado por el mayor Charles Sweeney. La bomba, apodada Fat Man, era considerablemente más potente que Little Boy –la utilizada en Hiroshima– y empleaba plutonio-239 como material fisionable, a diferencia del uranio-235 utilizado en el primer ataque.
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El objetivo original no era Nagasaki, era Kokura
El objetivo original era Kokura, un importante centro industrial y militar. Sin embargo, las condiciones climáticas obligaron a la tripulación a cambiar de rumbo, ya que la ciudad se encontraba cubierta por una densa capa de nubes y humo procedente de bombardeos anteriores, lo que dificultaba la visibilidad. Nagasaki no era un blanco prioritario, debido a su topografía irregular y a la cercanía de un campo de prisioneros de guerra aliados.
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21.000 toneladas de TNT
Fat Man contenía plutonio 239, un material más eficiente pero que requería un diseño más complejo. Se usó un mecanismo de implosión para comprimir el núcleo antes de la fisión. Aunque solo se fisionó aproximadamente un kilo del material, la explosión tuvo una potencia equivalente a 21.000 toneladas de TNT, superior a la bomba atómica de Hiroshima.
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'Fat Man'
Fat Man fue una bomba atómica de diseño por implosión, desarrollada en el Laboratorio Nacional de Los Álamos como parte del Proyecto Manhattan. Su núcleo estaba compuesto por plutonio-239, lo que requería un mecanismo más complejo que el de Little Boy, basado en uranio. Con una potencia estimada de 21 kilotones, Fat Man era casi el doble de potente que Little Boy. Sin embargo, el terreno montañoso de Nagasaki limitó la onda expansiva, lo que resultó en un área de destrucción algo menor en comparación con Hiroshima. El apodo Fat Man hace referencia a su diseño voluminoso y redondeado, en contraste con la forma más alargada y simple de Little Boy.
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Entre 28.000 y 49.000 personas fallecidas en el acto
La explosión destruyó aproximadamente el 40% de la ciudad y afectó un área de 7,7 km². Debido a que Nagasaki está situada entre dos valles, el impacto fue más localizado, aunque no menos brutal. Los supervivientes describen la escena con cuerpos quemados, edificios derrumbados y personas agonizando sin atención médica. En el acto del bombardeo atómico de Nagasaki, se estima que murieron entre 28.000 y 49.000 personas.
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Dos hermanos supervivientes a la bomba atómica de Nagasaki
Se estima que entre 110.000 y 210.000 personas murieron en Hiroshima y Nagasaki como resultado de los bombardeos atómicos y sus efectos posteriores.
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Colapso de las estructuras sociales y sanitarias
La dificultad para establecer una cifra exacta se debe a varios factores. Muchas personas murieron sin ser registradas, otras fallecieron semanas o meses después del bombardeo por causas vinculadas a la exposición. En los años siguientes miles más sucumbieron a enfermedades crónicas inducidas por la radiación. El colapso de las estructuras sociales y sanitarias en ambas ciudades dificultó un seguimiento riguroso de las víctimas.
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Un impacto devastador
Estas muertes, tanto inmediatas como diferidas, reflejan el devastador impacto de las armas nucleares. Sus consecuencias sanitarias, sociales y morales aún resuenan ochenta años después y deben seguir resonando a lo largo de la historia.
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El fin de la 2º Guerra Mundial
Los bombardeos atómicos supusieron el golpe final para el Japón imperial, que anunció su rendición el 15 de agosto de 1945, marcando así el final de la Segunda Guerra Mundial.
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