Diez años se cumplen ahora de la publicación de La ciudad que fue, Barcelona, años 70 (Temas de Hoy, 2007) de Federico Jiménez Losantos, libro en el que escribe por primera vez "en detalle" del secuestro y atentado que casi le cuesta la vida en la noche del 20 al 21 de mayo de 1981. Antes no había podido por "la misma razón por las que las mujeres violadas no quieren hablar sobre su experiencia: cuando se ha visto de cerca la muerte, cuando se ha tenido la sensación de que la vida toca a su fin, el recuerdo es bastante difícil de sobrellevar. Si se puede evitar, se evita".
Los terroristas de Terra Lliure (tierra libre de libertad, valga la contradicción) dispararon contra un profesor de literatura de instituto la traca final de la campaña del Manifiesto de los 2.300 intelectuales, que pidió hace a principios de los 80 la igualdad de los derechos lingüísticos en Cataluña y de la que Jiménez Losantos fue promotor.
El disparo en la pierna, atado a un árbol (pensando "¡qué horterada!"), cambió su rumbo laboral y familiar, fue el final de "aquellos magníficos años setenta de la vía intelectual de Barcelona". Una Barcelona "mirífica". Como otros miles de profesores Losantos emigró, en un exilio "tan silencioso por parte de los exiliados como silenciado por los medios catalanes y por la casta política de toda España". Y de aquellos silencios, estas arenas movedizas hambrientas de España. Ganaron los "pistoleros y sus cofrades".
Y desde aquel "recuerdo imborrable" que le prometieron los terrorista a Federico antes de disparar, y del que El Periódico de Cataluña informó con los titulares: "A Jiménez Losantos no le sorprendió el atentado" y "Jiménez Losantos: "es normal que me hayan pegado un tiro"" a un presente que tampoco podremos olvidar.
Cuenta Federico en este capítulo que "cierta Pandilla Basura del PSUC en la Universidad Autónoma no se recató en decir que, si no lo habría preparado él "para poder seguir haciendo victimismo". El resto de medios y medianos morales apostaron por venderlo como "oscuro atentado", "grupo desconocido", "intención desestabilizadora" e incluso "intención anticatalanista, para desprestigiarnos". Ni Convergencia ni Esquerra Republicana lo condenaron". En la España de 1981 "la víctima" fue "tratada como culpable" y parecía que "debía dar explicaciones de su daño". En Losantos quedó el trauma durante 26 años del "algo habrá hecho" o "se lo estaba buscando".
¿Quién fue el único político catalán que públicamente enfocó el hecho criminal que venció la censura social? Josep Tarradellas en una "declaración" en El Periódico consideró que era el precio a "once años de demagogia", es decir, a once años de pujolismo.
Tarradellas envió una carta a Federico rechazando el "vil atentado" y deseándole un "rápido restablecimiento", "ahora más que nunca hay que seguir trabajando por la franca convivencia de todo los ciudadanos de Catalunya, camino para conseguir el bienestar de España", decía la misiva. Meses más tarde siguieron en contacto y en esta otra misiva, que reproducimos, Tarradellas vaticina un negro futuro si se sigue cayendo en la violencia y el fanatismo. Los problemas más graves de Cataluña hace 36 años según el ex Presidente: la política demagógica y discriminatoria :
Coincido con Vd. en que no puede hacerse en Cataluña una política demagógica y discriminatoria. No sabemos qué nos depara el futuro lejano, pero siempre he creído que las decisiones políticas deben ser tomadas en un clima de libertad y respeto, porque de lo contrario se cae en la intransigencia, la violencia y el fanatismo.
La cuestión lingüística y la solidaridad con los demás pueblos de España son dos problemas fundamentales que si no se enfocan justamente van a producir situaciones difíciles, corriendo el peligro de que se destruya nuestra convivencia para siempre.
Para Federico Jiménez Losantos la marcha de Tarradellas para dejar paso a Jordi Pujol puso fin a "la Cataluña habitable". Han pasado 37 años y así estamos.