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'Quizás me quede mañana', de Lorenzo Marone

El autor napolitano Lorenzo Marone publica un libro sobre la dificultad de elegir entre volar u optar por la cómoda rutina.

A veces la vida te arrastra hacia donde no quieres ir. A veces está tan ausente que la única decisión recae en nosotros mismos. La vida cambia sin pedir permiso...o no cambia, que es peor. ¿Es mejor marcharse? ¿significa huir? ¿es mejor quedarse? ¿los cambios siempre son positivos? Esas incertidumbres tan universales pueblan las páginas de Quizás me quede mañana (Harper Collins), el último libro del italiano Lorenzo Marone.

Ser rutinario no quiere decir ser un fracasado. Los niños son rutinarios. Y los perros.
Y son lo mejor que hay en el mundo.

Quizás me quede mañana no es un libro con una gran trama sino con grandes personajes. Es un libro de reflexiones enmascaradas en ágiles diálogos. La protagonista se siente indecisa, incapaz de tomar decisiones. Se llama Luce Di Notte, vive en Nápoles y es abogada, licenciada cum laude. El autor construye un personaje cargado de emociones y de verdad, quebradizo, inestable, al que entiendes tanto como detestas.

Volar es algo bonito y las cosas bonitas siempre dan miedo, si no, no serían bonitas.

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Los Quartieri Spagnoli.

Vive en los Quartieri Spagnoli, en el centro históric ode Nápoles un lugar marcado por la delincuencia y la prostitución, con mala fama, donde se siente cómoda la camorra y "los tipos chungos de los Quartieri, algunos chavales hipnotizados por llevar un dinero a final de mes a casa". Luce ha crecido en ese ambiente, se desenvuelve bien y domina la jerga de barrio, aunque mantiene las distancias. Sin embargo, se ve mezclada con la camorra cuando le asignan el caso de la custodia de un menor. Se desata en ella un debate moral acrecentado cuando conoce al pequeño Kevin. Le hará replantearse su vida y página a página se desprende de capas de piel hasta hacerse transparente al lector.

Todos intentamos emprender el vuelo, para luego, por la noche, resguardarnos bajo la pérgola de nuestros pequeños gestos cotidianos.

Lo mejor que tiene el libro son los diálogos que mantendrá con un peculiar vecino, don Vittorio, un músico filósofo en silla de ruedas. Marone vuelve a poner en boca de un simpático anciano, como ya hiciera en su anterior libro La tentación de ser felices (Harper Collins) las frases más ingeniosas, puras y reflexivas. Sin embargo, la narración se interrumpe con flashback sobre la infancia de Luce que, a pesar de permitir al lector conocer por qué es como es, rompen en ocasiones el ritmo.

Porque los recuerdos -sean buenos o malos -pueden hacer daño.

Lorenzo Marone nació en Nápoles en 1974. Con La tentación de ser felices, con doce ediciones en Italia, once traducciones en el extranjero y una adaptación cinematográfica (La tenerezza, dirigida por Gianni Amelio) obtuvo el Premio Stresa 2015, el Premio Scrivere per amore 2015 y el Premio Caffè Corretto – Città di Cave 2016). Quizás me quede mañana ha sido número uno de ventas en Italia con más de 200 000 lectores y ha sido finalista del Premio Bancarella 2017 otorgado por los libreros italianos. Sin embargo, le falta la chispa que Marone demostró en su anterior trabajo.

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