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¿Qué nos enseña la guerra?

La llaga humana acota la guerra como el drama extremo que manifiesta las incongruencias entre el individuo, su comunidad y el resto de la humanidad.

El problema de escribir tantos artículos acerca de la ideología, del fanatismo, del miedo y del odio es que se termina haciendo inevitable llenarlos de lugares comunes. Al final, consiguen lo contrario de lo que se proponen, vaciando de significado todo aquello que pretendían descifrar. Los símiles de guerra son muy socorridos en estos casos, porque la guerra es la máxima expresión de todo ello. Pero en realidad casi nadie sabe muy bien de qué va, y eso hace que se preste fácilmente al efectismo estéril. Al contrabando insustancial de emociones que la gente sólo puede recrear.

Ahora en Ucrania está teniendo lugar una guerra y todos nos estremecemos al leer los testimonios recogidos por la prensa. Pero hay algo ahí que nos impide sentirla en toda su magnitud. Una distancia de apenas cientos de kilómetros que nos protege del dolor, de la miseria y de la muerte. La buena literatura, dicen, estrecha esa distancia y nos permite identificarnos con quienes viven demasiado lejos. Es capaz de introducirnos en otra realidad, para envolvernos con sus dilemas. Nos hace más sencillo comprender.

El último Premio de Narrativa de la Universidad Complutense de Madrid es un libro sobre guerra. Sólo que en realidad de lo que trata es de otra cosa. Es una novela sobre la vida humana, plagada siempre de odio, de miedo y de fanatismo, pero también de amor. Esa es la única razón por la que su trama transcurre en el escenario de una guerra. Lo que su autor ha pretendido, como tantos otros antes que él, es acercarse a las grandes preguntas en el lugar en el que surgen de una forma más desabrida. Obligar al lector a inmiscuirse en una historia, la de todos nosotros, que pocas veces se nos presenta igual de desnuda que en la tragedia final.

Una ventaja de conocer a Carlos Maortua Langdon, el autor, es que uno ha podido ir siguiendo la gestación de su libro, La llaga humana (Ediciones Complutense), y entendiendo sus pretensiones. La desventaja es que nuestra amistad invalida mi juicio, y la honestidad profesional me obliga a reconocerlo. De todas formas, sí que diré que la suya es una novela ambiciosa, dirigida a un público concreto. Una enorme obra literaria, capaz de recorrer con tensión y sin altibajos los laberínticos recovecos de aquello a lo que llamamos moral.

Su protagonista, Elliot Stone, es un muchacho cualquiera. Una persona incapaz de percibir su propia ceguera. Un fanático más. Pero, como en toda buena novela de formación, la introspección del personaje principal y el desarrollo desgarrado de la acción nos obliga a hacernos preguntas. Inevitablemente acabamos aparcando el libro a cada rato, acorralados por reflexiones ambiguas. En palabras de Graham Greene, podríamos decir que se trata de una historia de odio mucho más que de amor. Pero, al igual que en El final del Affaire, los lectores sabemos que en realidad eso es una mentira. La llaga humana es una historia de amor mucho más que de odio. El periplo de un individuo incapaz de desligarse de la jauría humana y que, a través del miedo y del orgullo, terminará descubriendo que la condena del odio o la salvación del amor dependen siempre de nuestra propia libertad.

"Ni siquiera siento ira, tan solo un profundo rencor y la indiferencia propia de alguien que se sabe víctima de una estafa perpetrada por nadie y por todos a la vez, en la que uno ha participado voluntariamente". "¿Qué tienen en común un santo y un buen soldado? Creo que es que ninguno de los dos desea serlo. Que nadie conoce mejor que ellos la miseria y la muerte, la depravación y la falta de esperanza, la ausencia de amor. Que no hay grandeza en su heroísmo. Que conviven con su dolor y absorben el de los demás. Que aguantan la traición y el ridículo, la muerte y el miedo, la perversión y el odio, la miseria, la escasez, el barro, la lluvia, la sangre, los muertos, las lágrimas, el abuso y el terror porque desean profundamente la paz, y nadie, salvo ellos mismos, conoce su sufrimiento y desesperanza. Que alzan la espada en alto y soportan las llagas que les nacen en las manos por no usarla". Basten esas dos reflexiones sacadas del diario del soldado Stone para anticipar tan sólo una pequeña parte de todo lo que encierra esta sorprendente novela que no habla de guerra, sino de una cosa mucho más mundana y universal.

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