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Gabriel Albiac. ¿Quién dijo que la prensa no podía filosofar?

El pensador publica Sin miedo. Sin esperanza, una recopilación de sus terceras de ABC.

Lo normal sería pensar, quizá porque ya hemos sido completamente abducidos por el tono mitinero con el que no paran de hablarnos nuestros políticos, que si el título de un libro empieza con la frase "Sin miedo", es casi una norma de cortesía que termine de la misma forma ascendente con la fórmula "Con esperanza". Sin miedo. Con esperanza, leeríamos en su lomo. Y todo nos parecería en su sitio. Por eso, quizá lo que más choque del último libro de Gabriel Albiac sea esa inversión de los términos y, por tanto, del optimismo ingenuo de quienes no conocemos la obra de Spinoza. Sin Miedo. Sin esperanza (Confluencias) es el título con el que el filósofo ha traído a las librerías la recopilación ingente de sus terceras de ABC. Y para explicarlo, más allá de la referencia obligada al pensador sefardí, intenta mirar todavía más atrás en el tiempo. "Ya Cicerón, después de ser expulsado del senado, pronunció aquel discurso en el que agradeció que ‘algunos hubo a los que ni el miedo ni la esperanza llevaron a cometer tamaña injusticia’". Y apostilla: "En realidad, ambos sabios ya sabían que afirmar la esperanza o el miedo es afirmar el futuro borrando el presente". Su intención, sin embargo, la que lleva dejando plasmada en sus escritos desde hace décadas, consiste en todo lo contrario.

Para explicarlo a su manera, más gráfica y concreta, en consonancia con su pasado militar, Rafael Dávila apunta al blanco sin demasiados rodeos: "Todo soldado sabe que en el momento en el que ha perdido el miedo, porque además no hay esperanza, es cuando es invencible". Podría decirse que el sentido concreto de las terceras de Albiac en ABC, su motor principal, es facilitar la reflexión sin aditivos, sin permitir que las pasiones contingentes enturbien la visión. Huir del miedo y de la esperanza para que sólo quede el presente y lo que en él haya de verdad. Es una fórmula que, como bien añade Jon Juaristi, sólo puede darse en toda su amplitud en un formato tan peculiar como el que lleva ofreciendo a sus lectores el diario decano de la prensa española desde siempre. "En una columna no es posible hacer lo que hace Albiac en las terceras de ABC, que son un género en sí mismo", dice. "La columna perfecta es un silogismo. Sólo admite una idea. Pero la tercera es otra cosa. En ella es posible ir encadenando silogismos, desarrollar un razonamiento más trabajado. Es una lección, en el mejor sentido del término. Y eso es lo que deja Gabriel en sus terceras: grandes lecciones de filosofía con las que reflexionar".

Todos ellos se reunieron el pasado viernes en el Centro Riojano de Madrid para presentar el libro. Y, además de a los ya mencionados, Albiac quiso agradecer sobre todo a su ‘pupilo’, Fernando Palmero, encargado de recopilar, ordenar y dar un hilo conductor a un material que, por su extensión, no se prestaba demasiado a ello. "Yo he tenido mucha suerte. Aristóteles, en su Ética a Nicómaco, dice que ser amigo de muchas personas no es posible. Pero yo he tenido la fortuna inmensa de tener siempre un grupo muy considerable de grandes amigos". La mayoría estaba allí, presentando y escuchando a los demás, en una especie de coloquio acerca de la labor de Albiac en el periódico, pero sobre todo de la amistad que comparten con él.

"Las terceras de Gabriel se caracterizan por el rigor y por la escasez de concesiones a la retórica en el peor sentido del término", comenta Juaristi. "Con eso me refiero a que su intención no es tanto persuadir como defender una verdad. Y en esa labor, encuentro insobornable su voluntad de estilo. Porque el estilo es un arma, y hay que saber usarla". Dávila, por su parte, advierte que "quien quiera asomarse a las pulsaciones de España" debe asomarse a Sin miedo. Sin esperanza. "Las reflexiones más atinadas sobre lo que somos están ahí".

Para Albiac, todos los que escriben practican "un cierto arte de la guerra". "Y especialmente quienes escribimos de filosofía". "Los hombres que filosofan son los que buscan confrontarse con la realidad, romper una añagaza y descubrir los oscuros recovecos en los que habita, de alguna forma, la muerte". Por eso, reivindica a quienes "ven interrogaciones donde los demás sólo ven afirmaciones". "Nuestra función es trazar rayas sobre las aguas". "No hay que tomarse nunca demasiado en serio, porque, en realidad, aquellos que piensan que las palabras que están trazando son definitivas, son idiotas". "Tu Pulitzer de hoy será el papel para envolver el pescado de mañana. Sólo escribiendo sobre lo efímero podemos soñar con romperlo. Esa barbaridad es la filosofía. Y eso es lo que me hizo escribir sobre ella en la prensa". Cada una de sus terceras, de alguna forma, trazan su biografía intelectual y sirven de adelanto para esas memorias tan esperadas, que llegarán a las librerías en unos meses.

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