Vladimir, de Leticia Martín, fue la ganadora del I Premio Lumen de novela. Al desvelar este fallo, el jurado la definió como una obra "perturbadora y polémica". No porque explore el deseo sexual de una mujer de mediana edad, algo que a estas alturas no nos debería sorprender, sino porque este sentimiento erótico que nace en la protagonista va dirigido a chicos menores de edad. "Es una Lolita en clave femenina", dijeron. De hecho, su título es un homenaje a Vladimir Nabokov.
En un escenario apocalíptico, Guinea, una profesora universitaria argentina, regresa a casa huyendo de Estados Unidos y dejando atrás un escándalo sexual. Se ve sorprendida por un gran apagón y se refugia junto a un desconocido y su hijo adolescente.
PREGUNTA. El jurado calificó la novela de perturbadora. ¿Era tu intención? ¿Compartes esa visión del jurado?
RESPUESTA. Cuando uno escribe, tiene intenciones de llamar la atención, de convocar al público y mantenerlo en el tiempo. Trabajé para eso. Perturbadora es una palabra grande y me gusta, pero no imaginé que iban a usar ese adjetivo. Quería generar tensión dramática.
P. ¿Y buscas en el lector una reflexión?
R. Sí, por lo menos que se preguntara por estos casos y por el hecho de que una mujer lo encarne. Un abuso es una situación desafortunada y me interesaba pensarlo desde una mujer, buscando sus contradicciones. Quería encarnar un personaje que no tuviera exactamente nada que ver conmigo ni con mis experiencias, sino que pudiera usar algo de mí pero para contar algo mucho más dramático.
P. ¿Cómo definirías la personalidad de Guinea?
R. Es una mujer osada, conflictuada, que va en busca de algo verdadero para ella, pero olvidándose de los otros. Se olvida de que sus actos tienen consecuencias, que debería ser responsable de sus movimientos. Se desinteresa sobre cómo afecta su actitud en la psique de un menor. No piensa que puede bloquearle la posibilidad de tener, más adelante, una relación sana y madura. Ella deja todo esto de lado. Intenta huir de su primer intento de abuso pero vuelve a sucumbir.
P. Ella suele llevar la iniciativa.
R. Ella confía demasiado en sí misma. Es una mujer fuerte en términos borgianos, una mujer de armas tomar que pasa al acto y no se queda en devaneos mentales.
P. Has elegido un escenario apocalíptico, un gran apagón. Si perdemos la perspectiva de futuro, ¿es más fácil dar rienda suelta a nuestros deseos?
R. Puede ser. La urgencia ayuda a dar el paso a ciertos actos. Esa urgencia lleva a otras personas, en la novela, a robar, saquear, golpear... La urgencia desata ciertos aspectos más animales y menos culturales. Menos humanos. Entre ellos, puede estar el apetito sexual.
P. Ella siente atracción intelectual por uno de estos jóvenes, no solo física. ¿Esto lo hace menos reprobable?
R. En mi opinión, no. Es un señuelo interesante, pero nada quita el peso a las acciones que uno comete. Hay que hacerse cargo de las acciones que uno ejecuta. Es reprobable y punible.
P. Hay una frase literal que dice "mis primeras canas parecieron esconderse". Este es uno de los argumentos tradicionales usados por hombres que están con mujeres más jóvenes.
R. Las mujeres hemos leído mucha literatura desde el punto de vista masculino. Muchos temas que nos incumben, nos involucraban y nos competían, siempre contados desde la perspectiva del hombre. A mis alumnos siempre les digo que hemos leído muchos debut sexuales masculinos y muy pocos de mujeres. De ahí mi interés por ir traduciendo algunas temáticas universales desde la óptica femenina sin convertir a la mujer en una virgen, una madre, alguien honorable o respetable, sino entendiendo que las feminidades estamos atravesadas por dificultades, maldades, contradicciones, por todas las pulsiones humanas.
P. La protagonista siente un deseo que no quiere controlar, pero siente repulsión hacia el deseo que otro hombre siente por ella. Es bastante curioso, ¿no?
R. Sí, ese hombre encima es el padre de ese muchacho. Hay una gran contradicción, no lo había pensado. Él no respeta las distancia, pero no sabemos si lo que pasa es realmente cierto o ella narra de una forma lo que le produce cercanía y de otro modo lo que le produce repulsión.
P. ¿Recuerdas lo que sentiste cuando leíste Lolita?
R. Sí, me pareció que me involucraba mucho. Me hacía querer al narrador, había algo romántico en el amor imposible, en lo que no podía ser. Parecía alguien enamorado de esa chiquita, no alguien solo preocupado por satisfacer su deseo de forma egoísta. Me despertó un montón de ideas el hecho de no poder amar por la diferencia de edad. Salvando las distancias, me sentí identificada y quise transitar esa experiencia en la escritura.
P. ¿Hoy sería un escándalo publicar Lolita?
R. Se vuelven a poner en tela de juicio los criterios de la ficción. Estoy siempre a favor de que todo pueda ser escrito y, en todo caso, criticado, discutido, repensado y revisitado. Si censuramos, perdemos mucho más de lo que ganamos. Si censuramos Lolita deberíamos censurar todas las novelas policiacas. Está bien el debate.
P. Con el panorama actual de cancelaciones, ¿crees que los escritores jóvenes son menos libres a la hora de escribir?
R. Yo no he tenido ninguna presión. Por fuera de la ficción, por internet, hay todo tipo de contenidos por los que nadie se preocupa, pero le damos importancia a censurar algo sabiendo que está en el marco de la ficción. Ahí veo un síntoma de época. Funcionamos raro.
P. Al Premio Lumen solo pueden optar mujeres. ¿Las escritoras necesitan este tipo de iniciativas?
R. Es una cuestión pendular y el péndulo llegará a pararse, encontrará el equilibrio. La sociedad camina a un lugar en el que importa menos el género de la persona que lo que hace, crea o dice. No pretendo tener más posibilidades por el hecho de ser mujer sino ser una mejor escritora.