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López Barrio reivindica la cultura con las Misiones Pedagógicas como telón de fondo

La tierra bajo tus pies es la novela ganadora del Premio Azorín: "La educación es sagrada, es muy peligroso su uso como arma política"

La tierra bajo tus pies es la novela ganadora del Premio Azorín: "La educación es sagrada, es muy peligroso su uso como arma política"
Cristina López Barrio, escritora. | Javier Ocaña

Cristina López Barrio (Madrid, 1970) se estaba documentando sobre el poeta Luis Cernuda cuando encontró "casi por casualidad" con las Misiones Pedagógicas que se llevaron a cabo en los años 30 del siglo pasado en la parte más atrasada y olvidada del país, la llamada España rural. "Encontré unas fotografías que me enamoraron, de gente del campo descubriendo el cine. Eran rostros de personas muy mayores con la emoción del descubrimiento de un niño. Quería contar esa historia, la huella que les dejó el contacto con el cine, el teatro, el arte o la música", revela la escritora a Libertad Digital. El resultado ha sido La tierra bajo tus pies (Planeta), respaldada con el Premio Azorín de Novela 2024.

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Manuel Bartolomé Cossío

La novela narra la historia de Cati, una joven burguesa de ciudad que se une a las misiones y llega a un pueblo recóndito de Castilla. Lo hace de la mano de un personaje real: el pedagogo e historiador de Arte Manuel Bartolomé Cossío, discípulo de Giner de los Ríos. "Era republicano y liberal, pero no era un político. Quería regenerar España a través de la educación. Apuesta por la escuela y por el maestro rural y cree que la educación era la base de esa nueva España que busca construir".

López Barrio considera que las Misiones Pedagógicas eran necesarias "por el aislamiento que sufría la España rural en los años 30, incluso los pueblos muy cercanos a Madrid". Cossío quería que "conocieran el ocio y el divertimento que había en las ciudades, pero era un intercambio" puesto que quería recuperar la artesanía y las tradiciones de esa España "tan desconocida para los de ciudad". "Era una misión de ida y vuelta, de compartir, de unión, de entender la cultura como un bien espiritual, llevaban un mensaje de concordia en una etapa muy complicada", sostiene la autora.

"Los voluntarios eran estudiantes, artistas e intelectuales. No hay una función evangelizadora; sino de intercambio", insiste López Barrio. "En muchos pueblos se encontraban con gente que creía que solo iban a pedirles el voto o una contribución, y se mostraban reticentes, pero hay una cultura por encima de ideologías".

Cossío, defiende la autora, quería "una educación que creara personas capaces de pensar por sí mismos, con una pedagogía que se utiliza hoy en día en muchos sistemas educativos pero que en los años 30 era muy revolucionaria, basada en la experimentación". "Las misiones eran un proyecto de la República pero aglutinaba gente de izquierda, de derechas, ateos y creyentes. Los testimonios de los voluntarios dicen que había un espíritu de juglar que unificaba todo, compartían la ilusión y el entusiasmo por el proyecto", sostiene.

Sin utilidad inmediata

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Las misiones llevaban cultura a una España hambrienta, apostando por "alimentar el alma". "Fueron muy discutidas y se rebajó el presupuesto en el año 35. No eran entendidas por ninguno de los dos sectores, no veía su utilidad inmediata. Muchos creían que el tema del analfabetismo y el hambre debía afrontarse desde un punto de vista social y económico, y no desde un punto de vista espiritual y cultural. Yo quería reflejar en la novela que la cultura también nutre. Cossío decía que las misiones llevaban un saber difuso porque viene de la propia vivencia de la existencia, de los viajes, de las conversaciones con otros, de ese contacto, de los espectáculos, de la gratitud. No es solo el saber científico".

El entusiasmo de la autora por este proyecto se nota en cada una de sus palabras. Es por ello que desea que hoy en día "hubiera más hombres como Giner de los Ríos o Cossío". "La novela pone en alza la concordia y la educación como herramienta contra la intolerancia. La educación debería ser un tema común, es un tema sagrado, la base de todo, no puede ser un arma política ni una herramienta para un determinado fin porque eso es muy peligroso. Ellos tienen una idea de regenerar un país a través de la educación y yo creo en esa idea"

Una gran historia de amor

El personaje de Cati está inspirado, en su parte académica, en la escenógrafa y figurinista Victorina Durán, alumna de Julio Romero de Torres. "Cati vive la belle époque en la víspera de la Guerra Civil. Su madre es sufragista y crítica teatral; su padre, un extranjero que lee The Times y mira España desde fuera. Ella vive los tiempos de modernidad que respiran las mujeres en la capital, de incorporación laboral, social e intelectual. Viene de esa bohemia intelectual preocupada por el arte, alejada de la política, y abre los ojos a otra forma de vivir, la del campo marcada por las estaciones y con esas rivalidades que se heredan casi como la tierra. Ella se calza las alpargatas", resume la autora.

López Barrio, finalista del Premio Planeta 2017 con la novela Niebla en Tánger, ha creado el personaje Jeremías, un montaraz que "pertenece al bosque, como los árboles o los animales", que no se plegaba a las normas de los hombres. Cati y Jeremías vivirán algo muy profundo: "El amor tiene un gran poder transformador".

Cristina López Barrio. La tierra bajo los pies. Editorial Planeta. 304 páginas. 20 euros.

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