

El último libro que leyó Mario Vargas Llosa fue El misterio del último Stradivarius (Planeta), de su amigo Alejando G. Roemmers, un empresario argentino, nieto del fundador de la farmacéutica argentina que lleva su apellido. Roemmers pidió al Premio Nobel que le prologase la novela y así lo hizo:
"Su literatura sería insuficiente e irreal si sólo fuera una tentativa de corregir el mundo a partir de un empeño bondadoso y la búsqueda de la felicidad: la novela es un género que está impregnado de sufrimiento, de maldad y de conflictos humanos, es decir de infelicidad, y explorando la sordidez de la existencia humana y de la vida en sociedad, transmite verdades profundas que sólo la creación literaria está en condiciones de ofrecer. (...) El misterio del último Stradivarius, que he leído en su primera versión, no es ni pretende ser una novela histórica, pero se nutre de pasajes y personajes históricos, desde el célebre lutier cremonés Antonio Stradivari, que desde su taller en la Casa Nuziale, en la Lombardía de finales del siglo XVII y la primera parte del XVIII, revolucionó con la fabricación de violines la música de su tiempo y del porvenir, hasta las colonias alemanas de Sudamérica y los prófugos nazis o sus simpatizantes, pasando por las invasiones napoleónicas de inicios del siglo XIX, los nacionalismos que desataron la Primera Guerra Mundial, los totalitarismos que surgieron poco después y los holocaustos de los años cuarenta".
El punto de partida de la novela fue la aparición real del cadáver de un arqueólogo y coleccionista alemán, junto al de su hija adolescente, en un pueblo de Paraguay. Ambos fueron torturados. El móvil del crimen fue el robo de violines Stradivarius y sus documentos de autenticidad. "Se sabe que son piezas muy valiosos y por eso me asombró que estuvieran en una localidad tan alejada del mundo y tan pequeña, en manos de un particular. Quería saber cómo habían llegado allí cuando suelen estar en museos e instituciones importantes, viajando en camiones blindados" explica el autor a Libertad Digital durante un encuentro de Cremona (Italia), lugar de nacimiento de Antonio Stradivari.
El caso real sigue siendo un misterio y Roemmers decidió ficcionar las vicisitudes por las que pasó ese instrumento, que imagina como el último confeccionado por el famoso lutier. "Me sirve para dar pinceladas de la historia europea desde que salió del taller de Stradivari hasta hoy. Son 300 años, mostrando este violín como objeto, una literatura que sigue a este objeto testigo de todas esas utopías, deseos, fracasos o victorias e ilusiones, de personas pero también de países".
El lector se topará con personajes históricos como Antonio Stradivari, Giacomo Casanova y Giuseppe Verdi, y más contemporáneos, como el papa Francisco, al que consideraba un amigo y le dedica el libro. También recorrerá escenarios cruciales para el mundo de la música como Venecia, Nápoles o Cremona, una ciudad que cuanta con más de 200 talleres de violines. No hay un rincón en el que el visitante no encuentre una referencia a este instrumento de cuerda.
Hoy en día puede pagarse por un Stradivarius cifras que rondan los 20 millones de euros. "Parece que es una buena inversión, como un diamante. Los bienes escasos tienen valor", aclara el argentino, que ha rastreado la biografía de Antonio Stradivari. "Me he guiado por lecturas y he hecho un retrato de Stradivari como una persona que dedicó toda su vida, desde los 12 o 13 años hasta los 93, a tratar de lograr la máxima perfección en su oficio. La perfección fue su obsesión. Los lutier dicen que los artesanos imprimen en cada violín su propia personalidad y los de Stradivari tienen esa energía, esa personalidad obsesiva y detallista", dice el autor. "Por eso son tan especiales, tan buenos y apreciados", añade.
El libro combina el thriller, la historia y la conocida como novela de objetos, con constantes saltos en el tiempo. Encontramos a dos policías paraguayos, uno que "tiene una buena intención" y otro "rastrero que no duda en traicionar a su compañero".
Violines en campos de concentración
La novela pretende ser "un alegato por la paz, la música y la cultura" para lo que muestra "lo peor del ser humano". Esto nos conduce a un campo de concentración nazi en Italia, donde acabaron muchos músicos judíos con un talento extraordinario y fueron expoliados muchos instrumentos. Este violín viaja con un aura mágica, casi protectora, "para quien así lo considere". "No me gusta el realismo mágico. Me gusta la realidad como es, da para muchísimo sin buscar elementos sobrenaturales. Al violín, como símbolo, le puedes asignar ciertas capacidades o poderes, pero eso depende de las personas. Si te convences en algo, te puede funcionar".
Alejando G. Roemmers ha publicado varios poemarios y novelas, así como un musical dedicado a Francisco I, compaginado la escritura con el negocio familiar.

