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Crítica: 'DMZ' la Ciudad de Dios de Rosario Dawson y HBO Max

DMZ es una serie de interesante planteamiento pero desiguales resultados. Una madre coraje en medio de un conflicto de bandas en plena guerra civil.

DMZ es una serie de interesante planteamiento pero desiguales resultados. Una madre coraje en medio de un conflicto de bandas en plena guerra civil.
Rosario Dawson | HBO Max

La miniserie de HBO Max DMZ, acrónimo de Zona Desmilitarizada, demuestra dos cosas. Adaptada del cómic de Vertigo obra de Brian Wood y Riccardo Burchielli, la ficción protagonizada por unos entregados Rosario Dawson y Benjamin Bratt es otro de los mil productos actuales, televisivos o cinematográficos, que confunden el tono severo, serio y realista de su narrativa con una falta de personalidad y significación absoluta.

El segundo punto es uno si cabe más subjetivo. El primer episodio, dirigido por la severa, seria y realista Ava DuVernay (Selma), carece de la fuerza visual del resto, encomendados a uno de esos artesanos del género como es el ex director de fotografía Ernest Dickerson (Bulletproof, El caballero del diablo). Dickerson hace todo lo posible para aproximar su cámara a la de Fernando Meirelles en Ciudad de Dios, y de ese modo obtiene fuerza visual y energía del relato incluso cuando el guión no acompaña, que es a menudo.

Concebida más como un drama shakespeariano que como una nueva iteración post-apocalíptica a lo The Walking Dead (no faltan, no obstante, un par de panorámicas de una Nueva York desolada), esa seriedad impostada marca DuVernay resta personalidad a un thriller sobre el poder en el que los personajes a rescatar no inspiran una particular simpatía. En este caso ha sido una guerra civil la que ha llevado a dos etnias, dos bandas, a pelearse por el poder en una zona desmilitarizada convertida en polvorín.

En medio de todo esto, una madre busca a su hijo y, como en Yojimbo y otros remakes inconfesos de aquella historia, acaba envuelta en una guerra de bandas, comandadas en esta ocasión por hombres que de alguna manera formaron parte de su pasado. Rosario Dawson y Benjamin Bratt lo dan todo en una historia visualizada por Dickerson con alma de policial de David Ayer, pero a DMZ le falta eso que llaman "world building": un planteamiento completo y un cierto sentido del suspense.

A DuVernay le mola más el cuento de segregación racial y a Dickerson el conflicto de bandas en un relato que, de todas formas, resulta un tanto manipulador con la moralidad de los personajes. Al final lo que tenemos, en todo caso, es un correcto thriller de solo cuatro capítulos que carece de la adecuada tensión y que como drama no convence más allá del cliché.

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