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'El abogado del Lincoln' de Netflix entrega una temporada 3 casi redonda

El abogado del Lincoln trata de desentrañar el asesinato de Glory Days en la tercera temporada de la exitosa serie Netflix.

El abogado del Lincoln trata de desentrañar el asesinato de Glory Days en la tercera temporada de la exitosa serie Netflix.
Manuel García Rulfo es Mickey Haller | Netflix

El abogado del Lincoln es la mejor serie de Netflix que es puramente Netflix. Entretenimiento sin complicaciones, tan leal a las expectativas del espectador como el propio abogado Mickey Haller a sus intereses amorosos (lo que, en realidad, quiere decir poco). Su manera de engañar tramas es tan específica de las temporadas de la plataforma, que como sabemos estrena todos los episodios a la vez, propiciando el consumo rápido, pero a la vez su tono es el tradicional de los dramas legales ligeros vistos en una network tradicional típicos de David E. Kelley, precisamente uno de los creadores de la serie.

La tercera temporada se centra en el asesinato de Glory Days, una prostituta a la que conocimos en anteriores tramas, aunque nuevos desafíos personales y profesionales van surgiendo en el camino. Haller, personaje creado por Michael Connelly para sus novelas (y hermanastro en aquellas de Bosch, una de las series emblema de Amazon) domina Los Angeles como el detective también creado por el autor. Una de las grandes virtudes de la serie es, de hecho, contemplar, en glorioso digital y con la colorimetría alterada para resaltar toda su energía, no solo los lugares más turísticos de la ciudad sino sus rincones más cotidianos de la vida en LA.

Haller devorando bocadillos en restaurantes típicos o pululando por barrios populares no sería lo mismo sin la presencia de Manuel García Rulfo, actor mexicano que se ha adueñado del personaje de una manera similar a Titus Welliver con Bosch. El brío con el que el intérprete acomete el personaje está reforzado por un adecuado plantel de secundarios que otorgan combustible a una trama artificiosa y un tanto desunida, pero narrada siempre con energía.

Ayuda la realización en los dos primeros capítulos del también mexicano Alonso Alvarez-Barreda, capaz de introducir la cámara en los ángulos más llamativos (y hasta pasarla cual David Fincher a través del asa de un recipiente) para ofrecer así un aspecto lo más vistoso posible. Por mucho que la serie verse con conceptos como Justicia o ponga siempre en la balanza la profesionalidad de Mickey Haller con su picardía o intereses personales, todo se aglutina en un todo destinado al entretenimiento televisivo vistoso y sin pretensiones.

En conjunto, El abogado del Lincoln es una serie como su propio título: hay un abogado, hay un Lincoln y resuelve casos que propician una investigación típica del género. Proporciona el entretenimiento ligero y competente que uno espera de una serie de Netflix y de ese perfil concreto. Sin artificiosos estudios de marketing ni intentos de ser pretenciosamente original o contemporáneo, se trata por eso mismo de una serie de televisión tradicional pero sin complejos.

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