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Luka Doncic, de MVP de la Minicopa infantil 2013 en Vitoria, a liderar al Real Madrid en la Copa del Rey 2017

Hace cuatro años, Luka Doncic disputaba en Vitoria la Minicopa infantil. Esta temporada es uno de los líderes del equipo de Pablo Laso.

Hace cuatro años, Luka Doncic disputaba en Vitoria la Minicopa infantil. Esta temporada es uno de los líderes del equipo de Pablo Laso.
Doncic, durante la Minicopa de 2013 | ACB Photo

Cuando el Fernando Buesa Arena empiece este jueves a poblarse con motivo de la disputa de la 81ª edición de la Copa del Rey de baloncesto, muchos de los aficionados que entren a las gradas del fantástico recinto alavés lo harán con la sensación de que podrían estar cerca de vivir un momento histórico. Entre pensamientos sobre candidatos a levantar el trofeo, aspirantes a mejor jugador de la competición, y planes acerca de los cuatro días por delante que todo aficionado al baloncesto en España debería experimentar al menos una vez en la vida, seguramente si se encuestara a los presentes en la grada sobre un nombre a seguir en el torneo, el más repetido sería uno: Luka Doncic.

Y es que la explosión del jovencísimo valor blanco esta temporada le ha hecho convertirse, no ya en un miembro de pleno derecho de la primera plantilla de Pablo Laso, sino, a día de hoy y sin lugar a dudas, en uno de sus jugadores más determinantes. Un chaval que parece no sentir la presión, que casi siempre toma buenas decisiones en la cancha (y da la sensación que igualmente fuera de ella), y que, para mayor mérito dada su minoría de edad (nació en Ljubljana, capital de Eslovenia, un 28 de febrero de 1999), tiene un discurso ante los medios que parece el del yerno deseado, siempre alabando a sus compañeros y entrenadores, sin una sola buena palabra hacia sí mismo, y siendo eso sí crítico, con argumentos, cuando no está sobre la cancha a la altura de su descomunal nivel baloncestístico.

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Doncic, con el balón, en un reciente partido de Euroliga ante el Baskonia en el Buesa Arena. | Archivo.

Un rendimiento que, por otro lado, asusta. Y es que, la última vez que Luka Doncic pisó Vitoria durante la celebración de una Copa del Rey fue allá por 2013, en la última ocasión en que la gran cita del baloncesto nacional tuvo lugar en la ciudad vasca. Por aquel entonces, Doncic formaba parte también de la plantilla del Real Madrid…De categoría infantil. Apenas cuatro años más tarde, el mozalbete rubio que hace una década pasaba la mopa durante los partidos de su padre, que a las órdenes de José Luis Pichel liderara a los blancos al triunfo en la Minicopa de 2013, competición para niños de 13 y 14 años, es uno de los referentes de uno de los más serios aspirantes a proclamarse campeón continental. Da vértigo, piénsenlo. Y disfruten cada segundo de un jugador de esos que aparece uno entre un millón.

No hace ni un lustro, el esloveno era un chaval entre tantos otros. El mejor de todos, sin duda, pero un niño al fin y al cabo. Ese mismo que hoy aún se nota en la candidez de sus declaraciones públicas, y mucho más infantil en lo físico, donde sus 186 centímetros difícilmente dejaban vislumbrar el enorme corpachón con el que hoy se las gasta, ya muy por encima de los dos metros, y con una envergadura y corpulencia que asustan, especialmente por su descomunal coordinación para mover como un base una antropometría de alero, casi de ala pívot, al que aún le quedan seguramente unos centímetros que crecer, tanto a lo alto como a lo ancho. Aquel número 18 del infantil del Madrid, que jugaba sus partidos en el BAKH, la instalación anexa al Buesa, ya generaba expectación (más de 1.200 personas acudieron a la final ante el Barcelona, con claro triunfo merengue por 71-47), pero resultaba pretencioso atreverse a imaginar lo que el futuro traería en el cortísimo plazo. Ni 1500 días más tarde, mientras la mayoría de sus coetáneos siguen jugando con chavales de su generación, en Liga EBA en el mejor de los casos, Doncic pilotará el transatlántico de Pablo Laso a unos pocos metros de aquel BAKH, en el que es, seguramente, el mejor pabellón de baloncesto de España.

En aquella cita vitoriana, el hoy dorsal siete blanco fue máximo anotador (24.5 por partido), reboteador (13.0), asistente (4.0), y recuperador de balones (6.0). En la única gran estadística en que no apareció entre los mejores fue en los tapones. Hoy, asusta su capacidad de intimidación, y sus tapones, a bases en defensa individual, o a aleros y pívots en ayudas, se cuentan por decenas. Por si algo le faltaba al ingente talento esloveno, su hambre voraz y su excepcional ética de trabajo también le han hecho mejorar y convertirse en un notable intimidador.

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Plantilla del Real Madrid en la Minicopa 2013. Doncic, segundo de pie empezando por la izquierda. | Archivo.

La Copa del Rey de Vitoria no será sino un paso más en la meteórica carrera de un jugador que promete aspirar a romper no pocas barreras, sobre el que ya se apuesta como serio candidato a número 1 del draft de la NBA para 2018, algo normal visto su rendimiento. Y pocos escaparates mejor que un torneo en el que los espías de la liga estadounidense poblarán las gradas del Buesa Arena. Algo parecido a lo ocurrido en Málaga en 2001, con la gran irrupción de Pau Gasol como dominador del baloncesto ACB, apenas unos meses antes de su viaje hacia Memphis.

Quizá Doncic tenga ese escenario en mente, o quizá simplemente siga pensando como un adolescente al que un balón naranja hace enormemente feliz, capaz de meterse en el bolsillo partidos de altísimo nivel, como hace escasas fechas, precisamente en el Buesa, ante el Baskonia en la Euroliga. Y que además, llegará con ganas de reivindicarse, más si cabe, tras jugar uno de sus peores partidos de la temporada ante Unicaja en la jornada previa a la Copa, con derrota madrileña incluida.

Para echarse a temblar, si se es rival, e ilusionarse mucho si se es afín. Quizá Vitoria sólo sea un capítulo más en la evolución de larva a mariposa, o quizá vaya aún más allá. Tratándose de Doncic, no sorprendería.

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