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El penúltimo raulista vivo

¡A septiembre!

Haciendo algunos cálculos he llegado a la conclusión de que al Real Madrid le hacen falta 101 puntos para ganar la Liga. Los jugadores y el entrenador del Real Madrid harían muy mal en obsesionarse con el partido contra el Barcelona del 11 de abril porque ayer, en un encuentro teóricamente fácil, ante un equipo bastante sencillito y jugando en casa, las pasaron literalmente canutas; sinceramente no sé qué habría pasado si el gol de Van der Vaart no hubiera llegado nada más marcar Barral. Como, además, el Madrid tiene una experiencia traumática bastante reciente de lo acontecido contra el Barcelona en el estadio Santiago Bernabéu, lo mejor es que ahora mismo se centre en el Getafe, que siempre le ha puesto en muchísimos aprietos, y el Atlético de Madrid, que ha crecido un montón desde la última vez que se vieron las caras. La Liga pasa ahora por el Coliséum Alfonso Pérez Muñoz y, si el Madrid sale al campo como hizo ayer contra el Sporting de Gijón, que nadie tenga la menor duda de que se irá con el rabo entre las piernas.

Manuel Pellegrini está sentenciado. Sólo la obtención de la Liga, y eso en el caso de que Mourinho y Benítez digan que no a la oferta que les hará el club, podría salvar al chileno. Y que conste en acta que a Pellegrini no le echará del Madrid la opinión contraria de tal o cual periodista (también los tiene a favor) sino los resultados y el juego del equipo. Si los cinco periodistas deportivos con más poder e influencia del país se reunieran todos los días con el único objetivo de consensuar sus líneas editoriales contrarias a Pellegrini, pero el equipo estuviera en la final de la Copa y clasificado para los cuartos de final de la Champions, otro gallo le cantaría al chileno. El problema de Pellegrini no es la prensa, que por definición debe ser crítica, sino él mismo, su infinita, inacabable, inabarcable y soberbia autocomplacencia. Pellegrini se echará a la calle él mismo: otros mejores que él salieron por la puerta de atrás y con un título entre los brazos.

¿Y cómo explicar que un equipo que lleva 68 puntos y que ha marcado 10 goles más que el mejor Barcelona de la historia practica un fútbol infumable?... Sólo hay una forma de explicarlo y es viéndolo. Servidor ha visto todos y cada uno de los partidos del Real Madrid de esta temporada y el equipo, con ligerísimos matices, no ha evolucionado; de entrada suele regalar 45 minutos al rival, (ayer fue la primera parte y el día del Olympique la segunda) no utiliza las bandas salvo en contadísimas ocasiones, se empeña tozudamente en entrar siempre por el centro, depende en exceso de Cristiano, de su empuje, de su carácter y de sus faltas, y se convierte por lo tanto en un equipo previsible desde que empieza los partidos hasta que los acaba. El Madrid tenía más o menos los mismos problemas el 29 de agosto del año pasado cuando recibió al Deportivo de La Coruña que ayer cuando jugó contra el Sporting. Más de siete meses y el Real no ha progresado adecuadamente. Esa falta de evolución mezclada con el gustirrinín que parece sentir Pellegrini por haberse conocido, y no una portada, un artículo de opinión o un blog, será la que mande a Pellegrini... ¡a septiembre!

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