Mi primera conclusión acerca del partido que Fútbol Club Barcelona y Oporto disputaron ayer en el estadio Louis II de Mónaco y que acabó con la victoria del primero por 2-0 es que está claro que Michel Platini no habría incluído jamás a Guarín entre ese selectísimo y privilegiadísimo grupo de cinco jugadores, ninguno de los cuales está por cierto en activo salvo el argentino Leo Messi, que según él han merecido a lo largo de la historia del fútbol una protección y cuidado especiales por parte de los colegiados. Porque, de haberlo sabido, estoy convencido de que Björn Kuipers habría señalado penalti cuando Abidal pisó con su bota derecha la izquierda del jugador del equipo portugués dentro del área culé. El marcador reflejaba en ese momento un 1-0 para el equipo de Guardiola y, de haber cumplido con su obligación el árbitro holandés, probablemente el Oporto hubiera empatado a un gol.
La segunda conclusión acerca del partido que Fútbol Club Barcelona y Oporto disputaron ayer en el estadio Louis II de Mónaco y que acabó con la victoria del primero por 2-0 es que a Cesc Fábregas le puedes dar cualquier cosa que él va y se la pone sin mirar qué es, qué representa, si es legal o ilegal o a quién o quienes puede ofender. Fábregas no sabía que, nada más proclamarse campeón de la Supercopa su equipo, el Barcelona, él se puso una "estelada" amarilla, una bandera no oficial que suelen utilizar los partidarios de una Cataluña independiente y los promotores de esa cosa que algunos llaman Países Catalanes. No seré yo quien le amargue el día al chaval, pero tampoco me iré de aquí sin decir que hoy probablemente haya menos gente que dude acerca de cual de los dos equipos grandes, Real Madrid y Barcelona, defiende mejor los intereses y la imagen de España en el extranjero.
Y la tercera conclusión acerca del partido que Fútbol Club Barcelona y Oporto disputaron ayer en el estadio Louis II de Mónaco y que acabó con la victoria del primero por 2-0 es que el Barcelona superará por uno en cantidad, que no en calidad desde luego, el número de títulos logrados por el Madrid, que Guardiola pasará por la izquierda (claro) a su mentor Johan Cruyff y que este equipo bordará o dejará de bordar el fútbol, pero que eso no podrá evitar en modo alguno que, en plena fiesta, sus aficionados vuelvan a acordarse del Real y de su entrenador José Mourinho, tal y como ya sucediera en la celebración de la última Champions. Quiero felicitar por último desde aquí a todos los culés que se sientan excluídos por Guardiola cuando dice que el Barcelona viene de un país pequeñito de ahí arriba, de una esquinita. Ayer sí pareció un accidente.