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El penúltimo raulista vivo

Demasiado toro para tan poco torero

Lo previsto: España tuvo más tiempo el balón que su rival. La posesión fue del equipo de Luis Aragonés. Francia se limitó a aguantar, ordenadita, atrás, tratando de colarle balones a Thierry Henry, más solo que la una en la delantera gala. Pero el dominio español era más falso que el beso de Judas. Consciente de la calidad y el empuje españoles, Domenech decidió replegarse. España tocaba, triangulaba bien, pero tocaba y triangulaba a ningún sitio. Tras el 1-0, fruto de un penalti clarísimo cometido sobre Pablo, la selección tampoco supo jugar con su ventaja. El empate, logrado por Ribery, un jugador maravilloso, un auténtico estilete, consiguió poner el equilibrio en el marcador poco antes de que se alcanzase el descanso.
Y en la segunda parte continuó exactamente la misma tónica. Y lo peor es que los franceses, tachados de viejos, vetustos, una generación acabada, un grupo de futbolistas que llamaban a la puerta del Imserso, tuvieron suficiente con jugar ordenados. Les bastó eso y su espíritu competitivo, aquel espíritu, humillado por algunos a lo largo de estos últimos días, que les llevó a conquistar ni más ni menos que un Mundial y una Eurocopa. Nosotros, que no hemos ganado nunca nada, ibamos a pasarles por la piedra. Ellos se limitaron a callar y decir públicamente que sí, que la selección española era más jóven, mejor y favorita en las apuestas... ¡Las apuestas!...
España, que empezó fenomenal ante Ucrania y que luego aflojó mucho ante Túnez, acabó pidiendo la hora ante Arabia Saudí. Fue de más a menos. Una selección da el salto de calidad definitivo en un Mundial clasificándose, por lo menos, para los cuartos de final. Pero es que resulta que en los cuartos de final, desafortunadamente para nosotros y aunque pueda parecer sorprendente, están los mejores. Y Francia, salvo que me demuestren lo contrario, se ganó el derecho a ser reconocida como tal. España, no.
Siempre dije que me daba miedo este partido. Creo que Luis, que se creció a medida que avanzaba el campeonato, se equivocó al hacer público el once titular con tres días de antelación. Pensé que Luis escondía un "as" en la manga, pero qué va. Jugaron los que adelantó el sábado. Supongo que Luis Aragonés dimitirá en cuanto llegue a España. Aseguró que, en caso de no lograr el pase para semifinales, se iría a su casa. Sólo quiero decir que, por lo menos, el seleccionador nacional murió deportivamente con sus propias ideas. Pero, al final, Francia fue demasiado toro para tan poco torero. Me voy del "Módulo Victoria". Mañana, lamentablemente, seguiré escribiendo del Mundial desde Madrid. Lo siento.

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