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El penúltimo raulista vivo

El efecto Caín

Sven-Göran Eriksson acaba de recibir de la federación mejicana de fútbol una liquidación de 4,2 millones de dólares por librarse de él. El sueco, que ha ganado 7 millones de dólares por 10 meses de trabajo, se había convertido en un verdadero problema, un fardo nórdico del que no sabían cómo librarse hasta encontrar una solución mejor y más lógica. Eriksson forma parte de ese privilegiado cuerpo de élite al que directivos con poco conocimiento y muchas ganas de dar un golpe de efecto rápido recurren sólo porque les suena su nombre. No saben a qué juega, ni tampoco cómo entrena, pero les suena de un modo parecido a como les suenan Michael Madsen o Duffy y eso para ellos ya es suficiente. Habitualmente el golpe de efecto suele acabar con otro golpe, éste de talonario, del que siempre sale beneficiado el mismo. Seguro que el sueco no se hará el ídem a la hora de cobrar su dinero.

La mejor solución y también la más lógica era sin duda la contratación de Javier Aguirre, un hombre de la casa en la doble acepción del término y un técnico que ya demostró en el Mundial de Corea y Japón que sabe muy bien cómo hacer funcionar a su selección. Aunque pueda parecer contradictorio, sólo había que esperar a que Eriksson metiera en un callejón sin salida al equipo mejicano para tener una justificación, como así ha sido, y darle un ligero respiro al ex del Atlético de Madrid. Javier Aguirre podrá entrenar cómodamente a su selección sin moverse de Miami porque hace un tiempo los propietarios del Atlético decidieron prescindir de sus servicios a pesar de que había clasificado al equipo para la Champions tras diez años de sequía. Es una verdad de Perogrullo en la que quiero incidir: Aguirre trabajará para Méjico, y probablemente clasifique al equipo para el Mundial de 2010, porque en el banquillo rojiblanco pusieron a Abel Resino. Y brindaré por él cuando lo logre.

Y ahora que hablamos de brindar, ¿alguien sabe si el champagne se avinagra como el vino?... Porque, al paso que vamos, las tres botellas que tengo en la nevera para Abel, Sabas y Denia voy a tener que descorcharlas en honor a Aguirre. Del "efecto Abel" se ha pasado al "efecto Caín" en cuestión de un mes. Gracias a Dios que el entrenador del Atleti no tenía ayer a mano una quijada de asno porque de lo contrario habría ido repartiendo coscorrones por todo el estadio Vicente Calderón. Resino, que llegó como llegó, se irá como se irá... ¿Cómo se irá?... Dudo mucho que lo haga habiendo igualado lo que la temporada pasada logró su antecesor en el cargo. El Atlético de Madrid lo tiene cada vez más complicado para clasificarse para la Champions, pero Abel ya tiene otra excusa: "El público no perdona nada y perjudica". A lo mejor el veleño ha dado en el clavo sin él pretenderlo y resulta que el mal que históricamente acucia al equipo colchonero es su afición, demasiado bulliciosa. Vacíe el campo, señor Gil, y a ver qué tal les va. Por probar...

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