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El penúltimo raulista vivo

Lo que va de Schwarzenbeck a Schwarzer

Casi 36 años le ha costado al Atlético de Madrid exorcizar sus demonios. Para ser exacto, 35 años y 362 días. Al Real Madrid le costó 32 quitarse de encima el sambenito del blanco y negro de sus Copas de Europa, de forma que no son demasiados 36 años si finalmente el Atleti, con su victoria de anoche, logra apartar de sí el espantajo del "pupas". En una de las escenas de Tiburón, una de mis películas favoritas, el alcalde Vaughn (gran Murray Hamilton) trata de convencer al Jefe Brody (Roy Scheider) de que no cierre la playa: "todo es cuestión de psicología", le dice, "gritas ¡barracuda!, y la gente dice ¿eh, qué?... Gritas ¡tiburón! y tenemos un ataque de pánico al empezar las vacaciones". Hasta ahora, si ibas al estadio Vicente Calderón y te ponías a gritar ¡Hansen! o ¡Zobel! o incluso ¡Müller!, la gente decía "¿eh, qué?"... Pero en cuanto se te ocurría gritar ¡Schwarzenbeck!, en cuestión de pocos segundos tenías organizado un problema de órden público. Estoy convencido de que cuando un niño del Atleti no quería hacer los deberes o se negaba a comerse la verduda, el padre no le amenazaba con el hombre del saco sino con el defensa alemán: "¡o te lo comes todo o va a venir Georg Schwarzenbeck!"...

Aquel 15 de mayo del 75, San Isidro Labrador para más señas, el Atlético de Madrid tuvo en su mano la Copa de Europa. Su rival no era desde luego el Fulham sino probablemente el Bayern de Munich más potente de la historia, el de Maier, Beckenbauer, Breitner, Hoeness, Müller y, por supuesto, el famoso Schwarzenbeck. El golazo de Aragonés de libre directo en el minuto 114 de partido parecía haberlo dejado todo visto para sentencia pero, a falta de 40 segundos para el final, llegó el empate alemán y dos días después, (por aquel entonces, en caso de empate, no se iba a la tanda de penalties sino que se jugaba otro partido de desempate), el Bayern se deshizo sin miramientos del equipo español por 4-0. Ayer, al echarle un rápido vistazo a la alineación del equipo inglés, me temí lo peor cuando vi que el portero se llamaba Schwarzer, pero, afortunadamente, entre el equipo de Schwarzenbeck y el de Schwarzer se abre un abismo futbolístico tan profundo que, tras sortear los habituales problemas que te va a plantear siempre cualquier final europea independientemente del rival que se trate, el Atlético logró hacerse rápidamente con el mando de las operaciones.

Brindo por Quique Sánchez Flores. Quienes siguen habitualmente este blog saben que no creo demasiado en los entrenadores (aunque uno malo te puede hundir un buen equipo) sino en los buenos jugadores. El fútbol es de los futbolistas y, como suele decir Míchel, el entrenador está para ayudar al jugador. Pero Quique cogió un equipo hundido, con la moral y la autoestima por los suelos, roto físicamente y torturado por su propia mediocridad, y lo ha convertido en campeón de Europa y, de momento, finalista de la Copa del Rey. Alzo mi copa por Quique, que es lo que desafortunadamente no pude hacer por Abel, y me deshago al fin de la botella de champagne que tenía desde hacía tanto tiempo en la nevera. Me felicito por el éxito rojiblanco y brindo también por Reina, Melo, Adelardo, Heredia, Capón, Eusebio, Irureta, Aragonés, Gárate, Ufarte, Salcedo, Becerra y Alberto. No más "pupas", por favor. Vuelve un grande. Se acabó el hombre del saco. Corro a por otra botella de champagne. Espero descorcharla el miércoles. ¡Salud!

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