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El penúltimo raulista vivo

Singularísimo Piqué

Aún recuerdo con profunda satisfacción cómo algunos compañeros míos del desaparecido Futboleros se revolvían en sus asientos y se llevaban las manos a la cabeza cuando a mí se me ocurría decir algo obvio: que si Pep Guardiola hubiera podido no habría jugado para España y que él no se sentía español. Porque el singular Guardiola no jugó nunca con España sino para la selección española, del mismo modo que jugó con el Barça y, cuando no le quedó más remedio y antes que retirarse, lo hizo para el Brescia o para la Roma. Guardiola nunca se ha sentido español sino catalán de un modo excluyente: catalán y no español, catalán por encima de los españoles y, si es necesario, catalán contra España. Pero, antes que quedarse en su casa haciendo calceta, Pep Guardiola acudía a las convocatorias de España, como lo hacía a las del Brescia, puesto que era lo legal y a la espera de que su verdadero país, el pequeñito de ahí arriba, tuviera selección propia.

Siempre que digo estas cosas me responden que debo ser respetuoso con los sentimientos, en este caso con los de Guardiola. Pero, ¿y los míos? ¿Y mis sentimientos? ¿Acaso no soy yo un tipo tan extraordinariamente singular en mi propia singularidad como el singularísimo entrenador del Bayern de Múnich?... El problema aquí es que durante más de 35 años nos han forzado a respetar los sentimientos de los enemigos declarados de España haciéndonos sentir acomplejados ante los propios no fuera que nuestros adversarios pudieran ofenderse y no volver a hablarnos más. Y en esas seguimos. Y en esas continuamos. Yo siento que Guardiola no es español y siento que si hubiera sido seleccionador nacional de España en el período en el que aún jugaba al fútbol no le habría convocado aún a riesgo de perder a un extraordinario centrocampista: no se juega con las cosas de comer.

Yo respeto que al singularísimo Piqué le parezca que Artur Mas, que acaba de declarar en una entrevista con La Sexta que no sabe si es corrupto o no, es un ejemplo para la humanidad. Respeto el sentimiento del jugador del Barça y no creo que se pueda dudar de su esfuerzo sobre el campo cuando, a la fuerza y por obligación, no le ha quedado más remedio que jugar para España. A Piqué, como a Xavi y como a Guardiola, no me les imagino metiendo un gol adrede en la portería de Casillas para que España cayera derrotada, no. Ellos se limitan a ser profesionales y a beneficiarse del privilegio que supone poder vivir en una nación que, quinientos años después de su creación, sigue sin tener claro lo que es, que consiente su singularidad y que pisa a diario la de otros y que continúa teniendo como máximo responsable de su deporte a un personaje que dijo la majadería de que el Barça era la auténtica y genuina lanzadera de la "marca España". Si yo fuera Del Bosque no convocaría más a Piqué pero es más fácil que Vicente acabe siendo entrenador de Cataluña y jugando contra España que el singularísimo Gerard deje de vestir la camiseta de una selección que, a la vista está, ni quiere ni respeta.

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