El Real Madrid ha vuelto a los entrenamientos con miras al partido de ida de octavos de la Copa del Rey. El Celta de Vigo ha retado a los blancos en Balaídos con la intención de plantarles cara sin miramientos. Los blancos llegarán a tierras gallegas con la mejor versión de Mesut Özil recuperada. El partido frente al Valladolid fue uno de los mejores encuentros del alemán en esta temporada y además, le hizo subir al podio de goleadores blancos en Liga. Sólo Cristiano, con 13 goles, e Higuaín, con siete, superan su marca de cuatro tantos.
Ha sido un jugador irregular. Incluso Mourinho le ha sustituido tres veces en el descanso, frente al Sevilla, Depor y Betis. Sin embargo, en los dos últimos encuentros Özil ha vuelto a ser el que era y se ha reivindicado como lanzador de faltas.
Pero las jugadas a balón parado se han convertido en el punto débil del equipo merengue. Es el as en la manga al que recurren sus próximos adversarios. Los errores defensivos en este tipo de jugadas casi le cuestan a los de Mourinho los tres puntos en Zorilla. Hasta que Özil declaró ganado el partido con su espectacular tanto, los locales habían colocado en la red dos goles a balón parado. Fueron dos acciones paralelas, ambas nacidas desde el banderín de córner.
Manucho desquició a la defensa blanca. Lo más preocupante es que no fue un fallo aislado, sino que si sumamos los dos tantos encajados en este partido son ya seis los goles a balón parado recibidos: tres en saques de equina, dos de faltas laterales y otro de falta directa. Curiosamente, la mitad de los goles recibidos en la actual temporada.