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Héctor 'el manco' Castro, el primer héroe de un Mundial de fútbol

La debilidad que debía suponer su mermado físico, lo convirtió en virtud. Fue uno de los artífices de la mejor época de la selección uruguaya.

La debilidad que debía suponer su mermado físico, lo convirtió en virtud. Fue uno de los artífices de la mejor época de la selección uruguaya.
Hector 'El Manco' Castro, durante un lance del Mundial de Uruguay de 1930. | Archivo

Messi, Modric o Zidane… son sólo algunos de los grandes nombres que han sido coronados como los mejores futbolistas de la Copa del Mundo en las últimas ediciones. Pelé, Bobby Charlton o Ronaldo son otros futbolistas prestigiosos que han recibido, sin ser oficial, ese honor. Sin embargo, el primero de todos ellos, en el primer Mundial disputado, fue un héroe sorprendente. Un héroe inaudito. Un héroe manco. Porque a Héctor Castro, el mejor futbolista del Mundial de Uruguay de 1930, le faltaba un brazo.

La catástrofe le llegó cuando apenas tenía 13 años. Había comenzado poco antes a trabajar en la construcción junto a su padre, un gallego que había emigrado a Montevideo, ciudad en la que nacería Héctor Castro el 29 de noviembre de 1904.

La fatalidad quiso que el joven sufriera un accidente que le dejaría manco de por vida. Una sierra eléctrica le cortó el brazo derecho, casi en su totalidad.

Un suceso, una tragedia, que hubiera truncado los anhelos de dedicarse al fútbol a casi cualquiera. Pero no a Héctor Castro, que ya se había enamorado de la pelota en las calles de la capital uruguaya.

De hecho, antes de cumplir los 17 años, ya jugaba en el Club Atlético Lito, un club de reciente formación en el barrio de Arroyo Seco. Llamaba la atención, evidentemente además de por su físico, por una velocidad endiablada, y por una capacidad inusitada de burlar rivales. Además, fue capaz de convertir lo que aparentemente parecía una debilidad en una fortaleza. Aprendió a ganar saltos y balones divididos apoyándose en el muñón que tenía por brazo. Incluso, con él, solía incomodar a los adversarios.

Con 20 años pasó a formar parte de Nacional, ya uno de los equipos más potente del país en esos comienzos del siglo XX. Y en su primera campaña se proclamaría campeón de la liga uruguaya.

Sus soberbias actuaciones le hicieron ganarse el sobrenombre de ‘El divino manco’, y de entrar en la convocatoria para la Copa América de 1926. Copa América que se llevaría Uruguay, con Héctor Castro como uno de sus principales artífices: sería el máximo goleador del equipo charrúa, con 6 goles en 4 partidos. Especialmente importantes fueron el tanto logrado ante Argentina en la victoria por 2 a 0, y los cuatro goles anotados en el definitivo encuentro ante Paraguay.

La siguiente cita para Uruguay y para Héctor Castro, serían los Juegos Olímpicos de Amsterdam de 1928. Unos Juegos que, recordemos, eran considerados entonces como el campeonato mundial de fútbol, al no existir todavía la Copa del Mundo como tal.

Y, como ya hiciera en París cuatro años antes, Uruguay se haría con el oro, imponiéndose en la final a Argentina.

El primer Mundial

En 1930 se disputó la primera Copa del Mundo, tal y conocemos hoy. Se jugaría en Uruguay, por su condición de campeona de los Juegos Olímpicos. Y Héctor Castro formaría parte del equipo charrúa. De hecho, lograría el primer tanto uruguayo en la competición. Suyo fue el único gol de la victoria ante Perú.

Aún en fase de grupos, Uruguay se impondría también a Rumanía por 4 a 0. Accedió a las semifinales como primera de grupo, donde se cruzaría con Yugoslavia. 6 a 1 fue el resultado a favor del equipo local.

En la final esperaba Argentina. Y nuevamente se repetiría el resultado de la final de Amsterdam dos años antes. Uruguay se impuso a sus vecinos por 4 a 2. Y eso que Argentina se marchó al descanso por delante en el marcador, 1 a 2. Pero una segunda parte memorable, comandada por Héctor Castro, permitiría el triunfo final charrúa. El Manco marcaría de cabeza el 4 a 2 definitivo.

No disputarían el Mundial de 1934, por el rechazo de la federación uruguaya a participar en la competición como respuesta a que Italia hubiera hecho lo mismo en 1930. Pero que seguía siendo una de las mejores selecciones del planeta lo constata el Torneo Sudamericano de 1935, en el que Uruguay volvería a llevarse la victoria.

Y con un Héctor El Manco Castro de nuevo crucial. Suyo sería el único tanto en la victoria por 1 a 0 ante Perú, y abriría el marcador en el decisivo duelo (hay que tener en cuenta que entonces la competición no se definía mediante eliminatorias, sino con un formato liguero) en el que Uruguay se impondría a Argentina por 3 a 0.

Después de conseguir dos títulos ligueros más con Nacional, Héctor Castro se retiraría del fútbol en 1936. Lo hacía con 25 partidos oficiales con la selección de Uruguay, en los que marcaría la nada despreciable cifra de 18 goles. Goles con los que contribuyó de manera enorme a conquistar un Mundial, unos Juegos Olímpicos, y dos Torneos Sudamericanos. Todo, en apenas 10 años.

Leyenda también como entrenador

Poco tardaría en volver a Nacional. Ahora como técnico. Y entre 1939 y 1943 lograría nada menos que cinco títulos de liga consecutivos. El denominado Quinquenio de Oro.

Tras un largo parón, regresó al banquillo de Nacional. Y volvería a convertirlo en el mejor equipo del país, haciéndose con la liga de 1952.

Y en 1959 pasaría a ser el director técnico de la selección uruguaya. Ese mismo año, como si por una varita mágica estuviera tocado, volvería a llevar a la selección charrúa a lo más alto del continente. En Ecuador, se proclamaría vencedor del Torneo Sudamericano.

Parecía que iba a iniciarse un nuevo camino de oro para el fútbol uruguayo. Pero sólo unos meses más tarde, el 15 de septiembre de 1960, Héctor El Manco Castro fallecía tras sufrir un infarto. Tenía 55 años.

Se marchaba uno de los más grandes del fútbol uruguayo y mundial. Una leyenda como futbolista y también como entrenador. Un hombre al que la adversidad terminó por convertir en gigante. Al que ni un terrible accidente en su niñez fue capaz de truncar sus mayores sueños. El primer héroe en los campeonatos mundiales de fútbol.

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