Neymar hace tiempo que dejó de sentirse futbolista. Más preocupado por el dinero que por convertirse, con el talento que atesora, en el mejor jugador del mundo, su carrera está marcada por los fracasos. A sus 32 años, el actual jugador del Al Hilal muestra una figura impropia de un futbolista profesional.
El brasileño se recupera de una rotura del ligamento cruzado anterior y de menisco. Su imagen ha sido, en los últimos meses, carne de meme.
Neymar, que últimamente luce más fuera del campo que dentro del mismo, le dio un me gusta a una publicación de Instagram donde dejan en muy mal lugar a Kylian Mbappé:
Ningún jugador debe ser superior a una institución. El PSG, un ejemplo de gestión futbolística. Supieron reunir a los mejores jugadores y tenían el mejor equipo del planeta. Cuando el equipo empezó a funcionar bien, el ego de ‘cierto francés’ empezó a perturbar el ambiente. Mbappé empezó a sentirse excluido, la mayoría del equipo hablaba español y él amenazó con dejar el equipo. Para no perder a su preciado Mbappé, el PSG empezó a vender a los que no coincidían con el pensamiento de Mbappé y trajo a los jugadores franceses que quería. Después de hacer todo lo posible para que todo saliera como quería, Mbappé comunicó al PSG que dejaría el club GRATIS al final de la temporada. Y al final, esto es lo que le queda al PSG.
Neymar deja claro que no salió nada bien del PSG y su relación con Mbappé está rota. No le falta en este caso razón al brasileño. El PSG le dio las llaves del club a Kylian, le rodeó de sus amigos franceses, hizo limpia de galácticos –Verratti, Messi y el propio Neymar- puso a Luis Campos, su descubridor y amigo personal de la familia, a los mandos de la dirección deportiva para, finalmente, dejar tirado al conjunto galo y marcharse este próximo verano.
Mbappé, que según informa el diario Marca este lunes ya ha firmado su contrato para las próximas 5 temporadas con el Real Madrid, comenzará una nueva etapa la próxima temporada. El PSG se queda sin estrellas y su futuro es una auténtica incógnita: ¿Se habrá cansado Qatar de su juguete galo?