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Carlos Monzón, el ídolo asesino

La vida del púgil argentino Carlos Monzón es la historia del auge hasta la cima y la caída hasta los infiernos, con un trágico final.

Carlos Monzón, durante un entrenamiento en su época como boxeador.

Tal día como hoy, hace 20 años, moría Carlos Monzón. A los 53 años, un trágico accidente de tráfico terminó con su vida. Se marchaba uno de los mejores boxeadores de todos los tiempos, y considerado uno de los grandes deportistas argentinos de la historia.

Pero lo hacía también un asesino. Monzón había matado siete años antes a su mujer. Un brutal asesinato. De hecho, el accidente de tráfico se produjo durante uno de sus permisos de salida de la prisión. Fue el auge y la caída de una vida eterna.

Una infancia complicada

Carlos Monzón nacía el 7 de agosto de 1942 en San Javier, Argentina. No tuvo una infancia sencilla, abandonando bien pronto los estudios para tratar de ayudar económicamente a su familia. Trabajó de todo: repartidor de agua, repartidor de leche, vendedor de periódicos… De fuerte carácter, fue detenido en diversas ocasiones por la policía por pequeños hurtos y altercados.

Y cuando parecía que su futuro estaba abocado a convertirlo en un criminal habitual, descubrió el boxeo. Ahí encontró el refugio perfecto para expulsar toda su ira contenida, sin tener que hacer daño a nadie. Con 16 años debuta como peso ligero. Con victoria, claro. A los 21 años, ya era profesional.

Ladillo trayectoria

Su primer combate como profesional fue en 1963. Se llevó la victoria por KO. Comenzaba la leyenda. Alto con su 1’83, con una excelente estructura física y capacidad de resistencia, y con una gran potencia de golpeo, pronto se convirtió en un púgil temible.

A partir de ahí, comenzó un serial de resultados que lo llevaron hasta lo más alto. Hasta 76 victorias consecutivas logró el argentino, que le permitieron alcanzar 15 campeonatos del mundo, 3 sudamericanos, nombrado en una ocasión mejor boxeador del año, así como mejor deportista argentino del año. Miembro del Salón de la Fama del Boxeo Internacional, está considerado uno de los mejores deportistas argentinos de todos los tiempos. Su registro final deja 100 combates, 87 victorias -59 de ellas por KO- 3 derrotas, 9 combates nulos y uno sin resolución.

Un terrible asesinato

Una vez retirado, siguió viviendo como un ídolo. Múltiples apariciones públicas, participaciones en diversas películas y programas de televisión... pero ya no estaba el boxeo. Y eso le llevó por el mal camino: malas relaciones, tanto amorosas como de amistad; y una agresiva irrupción del alcohol en su vida.

Hasta que el 14 de febrero de 1988 su vida de ensueño terminó por convertirse en pesadilla. Regresó en la madrugada a casa, rebosante en alcohol. Y comenzó una ardua discusión con su mujer, su segunda esposa, Alicia Muñiz. Según la reconstrucción de la escena, apretó el cuello de la mujer hasta dejarla inconsciente, y la tiró desde el balcón de su casa, produciéndole múltiples fracturas en el cráneo.

Pese a sus negativas, afirmando que su mujer se había suicidado, el juicio fue tajante: 11 años de prisión por homicidio. El tribunal consideró de forma unánime que el delito estaba probado. El excesivo alcohol fue usado como atenuante.

Además, no era la primera ocasión en la que tenía problemas de la misma índole. 26 años antes, en 1962, cuando Monzón apenas tenía 20 años, vivió una tormentosa relación con María Beatriz García. Después de golpearla en varias ocasiones, ésta casi termina con su vida: le disparó en dos ocasiones, quedando una de las balas alojada en la espalda de Monzón. Por fortuna para el púgil argentino, pudo continuar su vida con normalidad.

Destinado a la catástrofe

No tuvo la misma fortuna el ocho de enero de 1995, cuando la vertiginosa vida de Carlos Monzón terminó de manera trágica. Cumplidos seis años de condena, comenzó a gozar de salidas restringidas para trabajar.

Fue en una de esas salidas de fin de semana, en la noche de hace justo 20 años cuando, en el paraje Los Cerrillos de la Ruta Provincial 1, en la provincia de Santa Fe, su Renault 19 gris se salía de la carretera, daba siete vueltas de campana, y quedaba totalmente destrozado. El coche, y el púgil.

De esa manera terminaba la vida del héroe que no supo serlo. Que nunca pudo controlar su propia montaña rusa. Aquella que le llevó de un barrio sin luz, a ser millonario. De ser el ídolo argentino, a estar entre rejas. Que siempre será recordado como uno de los mejores boxeadores de la historia, pero también como el asesino que terminó con la vida de una mujer.

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