Cuatro grandes premios después, Fernando Alonso ha vuelto al podio y lo ha hecho por méritos propios, sacando el máximo partido al todavía pobre rendimiento del F150º. El bicampeón del mundo ha mostrado su mejor versión, llegando a ocupar la segunda plaza durante muchas vueltas y, lo que es más importante, demostrando que en carrera su ritmo se acerca mucho al de los enemigos a batir, Red Bull.
Ferrari, Fernando Alonso y la afición necesitábamos este podio para creer que es posible luchar por el Mundial, que es posible ver ganar en algún momento a Fernando Alonso y que es posible plantarle cara al coche del toro, como ha hecho el asturiano con Webber.
Fernando ha luchado cada posición, desde la salida, donde por fin no perdía posiciones sino que las recuperaba, hasta las últimas vueltas cuando Mark Webber le adelantaba, pero él no se daba por vencido y atacaba como podía al australiano.
Hemos visto a un Fernando, que como él mismo ha dicho, ha conseguido por primera vez en la temporada disfrutar con cada adelantamiento en los que no ha dudado. No lo hizo con Button cuando estuvo a punto de superarle en la salida, ni con Hamilton, cuando éste se pasaba en la segunda curva, ni con Rosberg cuando sus neumáticos se desplomaban en la vuelta siete, y sobre todo tampoco con el mismísimo Red Bull de Weber cuando Alonso vio una oportunidad en el giro 30. Lanzarse o morir en el intento, esta vez la jugada salió bien y el cálculo fue el correcto. Esta vez, hemos visto a un Fernando más concentrado, más fino, no tan ansioso y con un equipo acompañándole en la estrategia. Hemos visto en pista al dos veces campeón del mundo de la Fórmula1.
Pero esta tercera posición que sabe a victoria debe ser el principio de algo más, de una evolución real del monoplaza del Cavallino Rampante que termine por poner fin a la autoridad apabullante de Red Bull y sobre todo, de su número uno, Sebastian Vettel. El vigente campeón no ha perdido la primera posición en todo el Gran Premio y se ha hecho con la tercera victoria de cuatro carreras disputadas.
Está claro que si nadie para al alemán su alirón será demasiado pronto, aunque nadie puede negar que no sea Vettel el máximo favorito. La suerte del campeón está de su lado y la fiabilidad del Red Bull no parece que este año le vaya dejar de lado.
Al margen del carrerón de Fernando Alonso y la superioridad de los coches austriacos enTurquía, los neumáticos y el uso del DRS nos han dejado un nuevo festival de adelantamientos y mucha, mucha emoción en pista. Desde la batalla protagonizada entre los dos hombres de McLaren, Jenson Button y Lewis Hamilton, hasta la lucha a tres entre el propio Button, Massa y Rosberg. Los de atrás también nos han ofrecido un buen espectáculo, qué decir de la remontada del japonés Kobayashi o el buen rendimiento del Toro Rosso de Buemi.
Entre las decepciones, Mercedes GP. Los chicos de Ross Brawn prometían más, sobre todo tras los libres y la clasificación, que incluso les colocaban por delante de los McLaren, pero su enemistad con los neumáticos Pirelli les han dejado fuera del podio (Rosberg fue quinto) y al siete veces campeón del mundo, Michael Schumacher, incluso fuera de los puntos.
También ha sido decepcionante la decimosexta posición del piloto español Jaime Alguersuari, que un Gran Premio más ha sido superado por su compañero de equipo. No son buenas noticias para el español, que se equivocó con una estrategia a tres paradas que al final se convirtieron en cuatro, cuando sólo restaba una vuelta para cruzar la línea de meta.
Hoy uno puede estar satisfecho, y sobre todo con esperanza de que en dos semanas en Montmeló las cosas sigan al menos igual. El Gran Premio de España debe ser la consolidación de Ferrari como candidato al título, pero Fernando necesita algo más que un día de lucidez y genialidad al volante. Alonso necesita a Ferrari, a la Ferrari de siempre.