El pupilo de Ron Dennis se marcha. El niño mimado de la escudería inglesa, esa que le prefirió a todo un bicampeón del mundo, esa que le fichó cuando sólo era un niño, no tiene más remedio que verle marchar.
Se va habiéndole dado a McLaren: un Mundial en 2008, el primero, y de momento, el único que posee Hamilton; y habiéndole quitado el de 2007. Aquél que al final se llevó Ferrari, por medio de Kimi Raikkonen, debido la nefasta gestión desde el muro que hizo Ron Dennis, que evitó que Fernando Alonso consiguiera su tercera corona y que provocó la huída del asturiano de la por entonces escudería anglo-germana.
Seguro que todavía está en la memoria de muchos aquel altercado que el piloto español y el inglés protagonizaron en 2007 en el circuito húngaro de Hungaroring, durante la sesión de clasificación. Pelea de gallos que le valió a Alonso una injusta sanción. Aquel día Fernando hizo la pole pero la FIA le castigó retrasando su coche en la parrilla, tras el rifirrafe. De haber ganado aquella carrera, Alonso habría igualado ya a Ayrton Senna en número de títulos. Aquello fue también el detonante de la primera gran bronca entre pilotos, y entre pupilo y el jefe de equipo. Desde aquel momento Hamilton se convertiría en la bestia negra de Fernando Alonso.
Sería injusto destacar esta parte de la historia de Lewis en la Fórmula 1, porque el inglés ha cambiado mucho. Vaya por delante que es uno de los mejores pilotos del Mundial. Que tiene unas manos privilegiadas y la personalidad ganadora que todo campeón necesita. Por eso se marcha a Mercedes. Porque necesita un cambio de aires, salir del nido protector e ilusionarse de nuevo.
Lo hará en una escudería que no es nueva para él, pues corrió con Mercedes en su etapa de piloto junior, y que está liderada por uno de los mejores de este circo, Ross Brawn. Le acompañará en la aventura un viejo amigo de la GP2, Nico Rosberg. Ambos, más Hamilton que el piloto alemán, deberán hacer del Mercedes lo que Michael Schumacher no ha conseguido.
El todopoderoso Kaiser volvió con la intención de recuperar el tiempo perdido y las glorias pasadas, pero los años no pasan en balde y la F1 ha cambiado mucho, quizás demasiado para el alemán. Schumacher no ha conseguido ganar ninguna carrera en las tres temporadas que ha estado junto al jefe de equipo que le vio triunfar en Ferrari, el ya citado Ross Brawn, y le hemos visto cometer errores como el que protagonizó en el último gran premio en Singapur.
Independientemente de este fracasado retorno, nadie puede dudar del piloto más laureado en este deporte. Puede que se equivocara en su regreso, pero la F1 ha sido su vida y es muy difícil dejar atrás de golpe y plumazo tanta adrenalina, pasión y placer por el triunfo. Michael no ha dicho todavía qué hará la próxima temporada, aunque parece que esta vez sí dejará definitivamente las parrillas.
La tercera pata de este rompecabezas, esperado e inesperado a la vez, se llama Sergio Pérez. El que parecía iba a ser el sustituto de Felipe Massa en Ferrari se ha pasado a la competencia. Los grandes resultados que el mexicano ha conseguido esta temporada le han valido un asiento en una de las escuderías más poderosas. Quizás las declaraciones de Montezemolo a cerca del carácter algo inapropiado de Pérez para la escudería del Cavallino Rampante le han hecho decidirse por el equipo inglés.
Ahora sólo me queda una pregunta por contestar. ¿Si Pérez va a McLaren, Felipe Massa conseguirá su tan ansiada renovación? Puede ser esta una opción fácil y cómoda para una escudería volcada en Fernando Alonso.