En poco menos de dos meses el semáforo rojo de la Fórmula 1 se apagará en Australia y empezará de nuevo el circo. Este año y sin que todavía los nuevos monoplazas se hayan dejado ver demasiado el jefe de la F1 parece haber elegido a su favorito, y no es Lewis Hamilton. Bernie Ecclestone ya ha hecho su apuesta y se trata de una apuesta doble: que Ferrari vuelva a lo más alto. Y digo doble porque según el mandamás de este deporte tal cosa supondría también la solución a los problemas de emoción de la que adolecen últimamente las carreras.

Para Bernie los cambios de motor, las limitaciones sin sentido del reglamento, el exceso de electrónica no restan y lo que único que parece que podría sumar sería devolver al Cavallino Rampante al número uno. ¡Vaya, qué casualidad que ahora Bernie quiera que Ferrari gane cuando entre sus filas está el siempre protegido por el inglés Sebastian Vettel! Lo protegió durante sus años en Red Bull y ahora le sigue a Ferrari y si Ecclestone elige favorito existen puertas que no hace falta empujar para que se abran.

Y sí, soy mal pensada al creer que el supuesto espionaje de Ferrari a Mercedes gracias a la contratación de un ingeniero que al final no pudo ser, el entusiasmo en Maranello que incluso se ven como ganadores en Albert Park está unido, o al menos relacionado, con la apuesta de Bernie. Ya veremos qué pasa, primero en Montmeló a finales de febrero e inicios de marzo, único circuito donde los pilotos podrán probar los monoplazas antes del inicio de la temporada, y después en pleno campeonato.

Ojalá mi instinto me falle y no porque gane Ferrari, que animaría algo el Mundial, sino porque quedarían muchas sospechas y preguntas que hacer a la jefatura de este deporte. Aunque ustedes y yo sabemos que no sería la primera ni la última vez que algo así ocurre. Eso si que destroza cualquier deporte.