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Alice Marble, la espía que transformó el tenis

"El tenis femenino se puede dividir en dos etapas: antes y después de Alice Marble. Inventó el tenis femenino moderno" (Wimbledon Lawn Tennis Musem)

"El tenis femenino se puede dividir en dos etapas: antes y después de Alice Marble. Inventó el tenis femenino moderno" (Wimbledon Lawn Tennis Musem)
Alice Marble, durante la disputa de un partido | Archivo

Resulta complicado resumir la vida de Alice Marble en un artículo. Tanto, que es imposible hacerlo en orden cronológico. Son incontables los capítulos que se llegan a acumular. Una vida repleta de éxitos y de fracasos. De luces y de sombras. De rupturas y de legados.

Una figura icónica y trascendental dentro de la historia del deporte en general y del tenis en particular, cuya misteriosa vida sigue hoy sin esclarecerse, pero que sirvió de inspiración para tantas y tantas tenistas venideras. Algunas grandes figuras quizá no hubieran existido nunca de no ser por Marble. El tenis femenino hubiera sido indudablemente distinto.

El deporte como salvación

Todo comenzó en las calles de Beckwourth, el distrito californiano en el que Alice Marble nacía el 28 de septiembre de 1913, después de que su abuelo, un buscador de oro, se asentara para siempre en el Estado dorado.

A los cinco años sus padres decidieron mudarse a San Francisco, cambiando la granja por la ciudad. Pero al poco de llegar la tragedia sacudió a la familia: Harry Marble, el padre, fallecía en un accidente de automóvil.

Aquel duro golpe se manifestó en la pequeña Alice en un carácter rebelde. Estaba siempre en la calle. Normalmente con su vecino y amigo Billy. Ya fuera en patines, corriendo, o practicando algún deporte, los dos niños buscaban siempre nuevos retos, nuevas maneras de divertirse.

Hasta que un día la vida le dio a Alice Marble un nuevo mazazo. Patinando a la mayor velocidad que podían aquellos niños, se encontraron de golpe frente a un tranvía. Alice pudo saltar y esquivarlo. No así Billy, que falleció al instante. En pocas semanas se habían ido su padre y su mejor amigo.

El consuelo le llegó a Marble en forma de deporte. Ya fuera atletismo, baloncesto, o especialmente béisbol. Le gustaba probar todo, y todo se le daba bien. Y con ello, aunque de una manera un tanto curiosa, le llegó una de sus pocas alegrías a tan corta edad: fue designada la mascota no oficial de los San Francisco Seals. Aquello le permitió conocer a algunas de las grandes estrellas del béisbol, como Francis ‘Lefty’ O’Doul, su favorito, y soñar con ser algún día ella una deportista de elite.

Pero no fue el béisbol lo que terminó por enamorarla. Fue el tenis. Desde que su hermano Dan le regalara una raqueta, no dejó de jugar. Hasta el fin de sus días.

Comenzó a practicar en los campos de Golden Gate Park de San Francisco. Su experiencia previa con el bate le ayudó pronto a golpear muy bien. A los 14 años era probablemente la mejor jugadora junior de California. A los 15 años ya se enfrentaba a adultos.

Y fue precisamente en ese momento, con 15 años y comenzando a ver un futuro, cuando vivió uno de los mayores golpes sufridos durante su vida: Alice Marble fue raptada y forzada sexualmente por un desconocido. Un estigma que llevaría por siempre. A escondidas. El duro capítulo no sería desvelado hasta la aparición de su autobiografía Courting Danger, publicada ya después de su muerte.

Un suceso que, no obstante, y según asegura en dicho libro la propia Alice Marble, le obligó a fortalecer aún más su carácter y actitud, y sobre todo a focalizarse en el tenis como fuente de autoestima.

Así que, en silencio, siguió progresando en su juego.

Un ángel en forma de entrenadora

Hasta que apareció la figura de Eleanor Teach Tennant. Era la profesora de las grandes estrellas de Hollywood. Y era una muy buena entrenadora. Para muchos, la mejor de California. Tennant se fijó en Marble, en las cualidades que encerraba, la entrenó, la mejoró, y terminó por convertirla en una leyenda.

Pero describirla como su entrenadora sería quedarse corto. Tennant fue su mentora, su amiga, su apoyo, su confidente… Eleanor adoptó a Alice. La incluyó en su vida. En su día a día más allá del tenis. Vivían juntas, salían juntas, viajaban juntas. Controlaba sus finanzas, dirigía su dieta, y organizaba su vida social. Fue, sin duda, una de las relaciones de deportista-entrenador más exitosa de la historia del deporte.

La primera conquista importante de Alice Marble llegaría en 1933, cuando se impuso en el campeonato de California. Pocos días después repetía en el torneo de Filadelfia. Aquello le valió para participar en el US Open (entonces US National Championships). En su primera aparición alcanzaría los cuartos de final.

Un comienzo fulgurante…que a punto estuvo de truncarse.

Marble fue citada en 1934 para competir en Roland Garros, que se empezaba a abrir a tenistas internacionales. Comenzaba a ser, pues, uno de los grandes torneos mundiales.

Justo antes de enfrentarse en segunda ronda ronda a la alemana Cilly Aussem sufrió un desmayo. Los médicos le diagnosticarían una tuberculosis. Tras unos meses en cama, un segundo análisis cambiaría el veredicto: sufría una pleuritis agravada por una anemia.

Los doctores le comunicaron que no debería volver a jugar nunca más al tenis. Ni a nada. Pero ¿qué iba a hacer Alice Marble? Lo que había hecho siempre: rebelarse también ante aquella adversidad.

No tardaría en regresar a los entrenamientos. Y en menos de un año se hacía con la victoria en el US Open. Era la mejor tenista del país.

Un increíble triunfo que significaba el comienzo de una racha que la elevaría al olimpo de las mejores tenistas del siglo XX. Su juego agresivo, de saque y volea como no se había visto nunca; su estilo mucho más atlético que cualquier otra tenista del circuito hasta la fecha; y su predilección por llevar pantalón corto en lugar de falda, hicieron de ella un trascendental icono en la historia del tenis. La prolongación de Suzanne Lenglen. La nueva diva del tenis.

Un reguero de títulos

Entre aquel primer Grand Slam y 1940 –año en que tuvo que abandonar el tenis obligada por el parón mundial derivado de la Guerra– Alice Marble se convirtió en una máquina de coleccionar títulos. Entre individuales, dobles y dobles mixtos un total de 12 US Open, 6 Wimbledon, 4 Wightman Cup, además de ser Número 1 del mundo en 1939.

Nunca sabremos qué hubiera sido de su palmarés de no ser por la Segunda Guerra Mundial. Lo que sí sabemos es que durante la segunda mitad de los años 30 Alice Marble fue una tenista prácticamente invencible.

Y que la carrera exitosa de Alice Marble en el mundo del tenis no se limita a los grandes títulos conquistados. Ni siquiera a la creación de un estilo propio que muchas siguieron durante las siguientes décadas. Fue la incidencia que tuvo para la siguiente generación de tenistas lo que terminó por convertirla en leyenda. Y no sólo por su imagen dentro de la pista. También, o sobre todo, por su comportamiento fuera de la misma. Althea Gibson quizá sea el mejor ejemplo de ello.

Figura polifacética

Alice Marble se desempeñó como columnista, como cantante, como comentarista de radio, como diseñadora de ropa deportiva… Aunque lo de escribir era lo que mejor se le daba. Algo que pudieron comprobar también los aficionados al cómic, en otra de las increíbles facetas de Alice Marble.

Durante la guerra, los cómics de súper héroes tenían un gran tirón en Estados Unidos. Especialmente entre los alistados al ejército. Todo lo que era contar victorias de héroes patrios ante súper villanos era bueno. Wonder Woman (la Mujer Maravilla en español), la primera heroína del cómic creada por William Moulton Marston, sería uno de ellos.

La editorial DC Comics convenció a Alice Marble –y a otras deportistas– para escribir diferentes historias sobre esta heroína. Las que más gustaron fueron las de la tenista, que terminó por asociarse a la compañía. De hecho, los primeros números de Wonder Woman incluyen su nombre en los materiales promocionales.

Espía para Estados Unidos

Aunque quizá el capítulo más sorprendente de toda su vida llegaría casi al final de la Segunda Guerra Mundial. Y todo proviene, una vez más, de una terrible desgracia.

Alice Marble se casó en 1942 con el piloto Joe Crowley. Unos meses después del matrimonio, su marido fallecía en pleno conflicto bélico al ser derribado su avión por cazas alemanes.

Pero ella entonces no lo supo. Conoció la noticia cuando, unos días después, padeció un accidente de coche en el que perdió el bebé que estaban esperando. Ya en el hospital, y digiriendo el mazazo, le comunicaron el fallecimiento de su marido.

Alice quedó devastada. El suicidio le apareció como única solución a tanta desdicha. De hecho, lo llegaría a intentar. Afortunadamente, sin éxito. Sólo el amor y la alegría de sus amigos más cercanos -como reconoce ella misma en su autobiografía-, le permitieron recobrar la ilusión de vivir.

Fue precisamente entonces cuando le llegó la posibilidad de ayudar a su país en la Guerra. De una manera un tanto extraña, sí; pero la venganza que buscaba por su difunto marido terminó de espolearla. "No tenía nada que perder a esas alturas de mi vida", escribiría sobre su decisión.

Con todo, se podría decir que Alice Marble fue una agente del servicio de inteligencia estadounidense en Europa. Una espía contratada por la OSS (precursora de la CIA) para llevar a cabo una misión secreta: averiguar si efectivamente un importante banquero suizo conocido como Hans guardaba dinero y documentos de autoridades nazis. Y, en caso de que así fuera, conseguirlos.

Un Hans al que Alice ya había conocido años antes, cuando ambos se codeaban entre la elite de San Francisco, de Hollywood.

A comienzos de 1945 Marble se desplazó hasta Ginebra, con la excusa de impartir unos cursos intensivos de tenis. Contactó con Hans, y a los pocos días comenzaron una relación.

Una noche en la mansión del banquero suizo el alcohol comenzó a hacer mella, y Hans le contó a Alice qué documentación poseía y dónde se hallaba. En cuanto éste se relajó, la espía acudió al lugar concreto y fotografió toda la documentación, entre la que se encontraban importantes libros de contabilidad y finanzas nazis.

Escapó de inmediato en su coche hacia los Alpes, pero fue descubierta y perseguida. Según relata ella misma, sería alcanzada en su huida por uno de sus perseguidores, y uno de ellos le llegó a disparar, hiriéndole en la espalda. Aun así Alice consiguió salir con vida, y ser rescatada por tropas aliadas.

Las fotografías tomadas fueron utilizadas en los juicios contra los nazis.

Tras aquel aparatoso suceso –y casi inverosímil para una estrella del tenis mundial– Alice Marble regresó a California donde, como referíamos anteriormente, se dedicó a múltiples facetas.

Por supuesto, también a la de entrenadora. Y entre sus pupilas más reconocidas, Billie Jean King, quien llegaría a ser número 1 mundial y protagonizar uno de los capítulos más sonados en la historia del tenis en lo denominada ‘Batalla de los sexos’.

"Será siempre recordada como una de las mejores mujeres tenistas. Fue la pionera en la forma moderna de entender el tenis; y era admirable, porque siempre ayudaba a los demás", dijo Billie Jean King sobre Alice Marble.

Con esa premisa, el Wimbledon Lawn Tennis Musem afirmaría sobre ella que "el tenis femenino se puede dividir en dos etapas: antes de Alice Marble, y después de Alice Marble. Inventó el tenis femenino moderno y agresivo".

En 1964 fue incluida en el Salón de la Fama del Tenis Internacional.

Alice Marble seguiría dando clases –y lecciones– de tenis hasta su muerte, el 13 de diciembre de 1990, a causa de una anemia perniciosa. Tenía 77 años.

Este artículo forma parte del libro 'HEROÍNAS a través del deporte', del mismo autor. Una colección de 25 historias de mujeres deportistas que iniciaron nuevos caminos, rompieron barreras, y trascendieron en las generaciones venideras, en la línea del artículo que acaban de leer.

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