No olvidar lo inolvidable. Ahora nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino. Este y el otro, que se vayan a hacer puñetas, ya estamos hartos de sinverguenzas.

Discúlpenme señores, pero... ¡Y una mierda!

Estos burócratas golfos son los auténticos y netos causantes del desastre. Sólo buscan quitarse de en medio y seguir con sus alucinantes privilegios.

Por razones profesionales he debido viajar a Ginebra, Londres y París durante el último mes. Ginebra está hundida, aunque tipos (¿españoles?) como Cortina y Aristrain sigan haciéndose casoplones de 60 millones de euros en Gstaad (sí, he dicho 60, buscar en la prensa local e internet). Londres aguanta como puede con un bajón promedio en la cifra de negocios que ronda el 50% (The Times dixit). París sigue, costumbre francesa, poniéndose de perfil, con salarios a la española y precios a la Japonesa de antes de la crisis. Madrid aguanta (bastante mejor que Barcelona, es cierto) con precios delirantes, pero a trancas y barrancas y de salto de mata a boca de presidio, dado que la gente llega al paro por millares y el goteo de negocios desaparecidos amenaza con una inundación como será la de mi llanto...

Vale, no sigo.