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Javier Nart: "Si Europa no se fortalece será un sitio de grandes monumentos, pero irrelevante"

El abogado y político afirma que "la UE quiere aprovechar los despojos del castrismo por tomar posiciones comerciales".

Para quienes pasan la treintena, Javier Nart es un rostro muy conocido, casi familiar, meced a su prolija carrera televisiva. De ello, mientras da cuenta de unas piezas de queso y membrillo como frugal desayuno en el hotel del norte de Madrid donde se aloja, hablamos como calentamiento previo; sobre todo de aquel Tribunal Popular mítico "estaba bien, era muy didáctico" en el que el Fiscal Nart arremetía con toga frente al abogado defensor Ricardo Fernández Deu. Llega el momento de encender la grabadora y entonces surge el viejo chiste de Tip y Coll "comenzamos, comenzón, empezamos…" y Nart apostilla "eran de una genialidad absoluta, sobre todo Tip, si hubiesen nacido en América…En televisión es muy importante ir en tándem". Por cierto, este veterano de la política, de la abogacía e incluso de las corresponsalías de guerra, se presenta como número uno de Ciudadanos a las elecciones europeas.

Usted ha llegado a la edad de la jubilación, pertenece por tanto a la generación que creció con el franquismo y que se hizo adulta en la transición. ¿Cuál fue su primera actividad política?

Fundar el Sindicato Democrático de Estudiantes en la Universidad de Barcelona en 1965, que era aparentemente clandestino pero con aquel candor que producía la juventud. Una vez que hicimos las elecciones para cargarnos al SEU [el sindicato de Falange, respaldado por el Régimen] y lo logramos, publicamos nuestros nombres en el tablón de anuncios. Eso nos convertía en un sindicato clandestino pero a la vez público, lo que supuso nuestra expulsión de la Universidad. Yo había llegado desde Bilbao en septiembre de 1965 y el 3 de diciembre, día de mi santo, ya me habían abierto el primer expediente. Todo por crear un sindicato antifranquista. Después fui miembro del PSP [Partido Socialista Popular, que obtuvo cinco diputados en las primeras elecciones de 1977 y al año siguiente se integró en el PSOE] donde ocupé la secretaria general en Cataluña y luego fui responsable de relaciones internacionales. Hasta que se produjo el desastre electoral y entonces Enrique Tierno Galván entendió que la solución no pasaba por la absorción, sino por la disolución y meternos a todos en el PSOE. A mi no me pareció una forma de actuar muy ética, y eso que yo era unionista con el PSOE, por lo que me di de baja. Esperé tres o cuatro meses hasta que cada uno cogiera el puesto que tuviese que coger en el PSOE y entonces me afilié a ese partido. Allí fui responsable para África, Oriente Medio y Mediterráneo y más adelante asesor en Presidencia del Gobierno y el Ministerio de Exteriores.

¿Cómo fue su relación con Tierno Galván?

Era un extraordinario intelectual que carecía del sentido de la lealtad. Para mi, por encima de la inteligencia está la calidad de la persona. Me decepcionó profundamente alguien que lo entendía exactamente al revés.

LD / David Alonso Rincón.

Tierno Galván carecía del sentido de la lealtad, me defraudó

¿Cuándo abandonó la militancia en el PSOE?

Debió ser por el 87, en plena orgía de corrupción del felipato. Yo no había entrado allí para hacer negocios y me di cuenta de que era una plataforma para enriquecerse. Eso me dio mucho asco, no ya la corrupción, sino que la gente lo viera como algo normal y no se le pusiese coto. Casi le diría que la indicación era: "ahora nos toca a nosotros". Me dediqué a mi profesión de abogado, que es lo que siempre me ha permitido ser independiente.

Pero los escándalos de aquellos gobiernos salieron a la luz más tarde, en los noventa.

Si uno está en la playa observa que la gente se está tostando al sol, aunque la foto tarde en salir. La impunidad con la que se producía la corrupción era escandalosa, no conocí un sólo expediente de expulsión del PSOE por ese motivo.

Me fui del PSOE escandalizado por lo normal que era la corrupción

Usted estuvo en Exteriores. Sin duda uno de los asuntos más controvertidos de los primeros gobiernos de Felipe González fue el de la OTAN.

Yo ideológicamente era un absoluto contrario a la OTAN. Pero en el Comité de Política internacional, antes del 82, se me ocurrió preguntar si íbamos a ganar las elecciones y me dijeron que parecía que sí. Yo contesté que entonces no podíamos defender esa posición, porque no podríamos salir de la OTAN, precisamente por presiones internacionales de nuestro entorno, de Alemania e incluso de Francia. Por cierto, que en esto los franceses eran de una hipocresía magnífica: ellos no estaban en la estructura militar pero querían que los demás estuvieran. Yo veía un problema muy grave, insisto, en caso de llegar al Gobierno. Se me dijo que no e hicimos una campaña radical contra la OTAN para después, obviamente, envainárnosla. Con un agravante: [enfatiza mucho la voz] las mismas personas, las mismas, que eran más anti OTAN que nadie fueron los que después, sin el más mínimo problema ideológico o moral, hicieron campaña a favor de ella. ¡Brillantes mercenarios del poder constituido! Yo me negué a eso. Pero mire, le diré: Felipe tenía razón, aunque ¿por qué no lo dijo en la oposición?

La vuelta a la política, veinte años después

Vamos a dar ahora un salto de veinte años. En 2005 aparece el manifiesto fundacional de Ciutadans de Cataluña, la plataforma que dio origen al partido y que encabezaban Francesc de Carreras y Arcadi Espada…

…y Albert Boadella como delantero centro rompedor…

…también [risas] sí. ¿Qué le llevó a respaldar esa plataforma?

La necesidad y la salud cívica. Yo había estado en todas las plataformas a favor de la normalidad cívica en Cataluña, que no es otra cosa que una sociedad única que se manifiesta en dos lenguas, porque las lenguas no están definidas como identidades sino como instrumentos de comunicación excepto por los nacionalistas primarios que entienden que la identidad es la diferencia. Josep Pla, por poner un ejemplo, no es un extranjero cuando escribe en castellano y un catalán cuando escribe en catalán; Joan Manuel Serrat no es un cantante españolista cuando canta en castellano ni un artista catalán, como Dios manda, cuando lo hace en catalán; Juan Marsé no es finlandés; Vázquez Montalbán [Manuel] no es chino; Falcones [Ildefonso] no me da la impresión de que sea extranjero; tampoco parece que lo sea Javier Cercas, y verá que le estoy hablando de gente de entidad, de los mejores literatos y los que más venden en Cataluña. Eso es propio del romanticismo del siglo XIX, absolutamente reaccionario y esencialista. Son planteamientos que están en mis antípodas, porque yo creo en valores cívicos y no históricos. El historicismo es el antecedente del fascismo histórico o del ideológico. Esto es Renaixenxa, lo que los alemanes llaman el Volksgeist. Lo más reaccionario, casposo, anacrónico, antimoderno e incívico que existe. Es el secuestro de la dialéctica cultural para convertirlo en catecismo. En definitiva: franquismo sociológico.

En la cafetería del hotel. | LD / David Alonso Rincón.

El nacionalismo catalán es casposo y anacrónico, franquismo sociológico

Parece que hubo división en Ciutadans de Cataluña entre quienes planteaban un nuevo partido desde el principio y quienes abogaban por crear un sector crítico del PSC.

El origen fue ese, pero nos dimos cuenta, sobre todos los que veníamos de las filas socialistas, que desde dentro era imposible cambiar ese partido. Lo del PSC es un caso único en la historia de la democracia occidental. Un partido que gana todas las elecciones españolas y pierde todas las catalanas. Bueno, es mentira, pierde todas las elecciones a las que va solo y gana en las que va a rebufo del Partido Socialista Obrero Español. Con un agravante, como es que su dirigencia es de la burguesía radicalizada catalana nacionalista, cuyo primer problema es la definición nacional, mientras que su base es gente que su primera preocupación parte de su situación social. Cuando se vota para España lo hacían por Felipe González y cuando era para Cataluña se iban a su casa. No se dan cuenta los dirigentes de esto, cuando en cada elección pierden centenares de miles de votos. Deberían dejar de estar sodomizados intelectualmente por el nacionalismo. Es lo que le ocurrió a Pascual Maragall y, con él, a José Luis Rodríguez Zapatero. Impulsaron un Estatuto constituyente nacional, que no lo quería nadie. Fue terrible porque empujó a hacerse más nacionalista aún a CIU y a ERC al extremo más absoluto de ese mundo. La reforma estatutaria fue infumable, porque definía la soberanía nacional catalana. Eso no es que sea imposible desde el punto de vista constitucional, sino que no cabe en nuestro mundo. Ni la República Federal Alemana tiene la soberanía nacional bávara, y eso que Baviera fue reino hasta 1918, reino [remarca la palabra enfatizándola] con Ejército propio y Rey propio. Ni en la Confederación Helvética existe la soberanía nacional de algún Cantón. Aquí lo hemos parido de manos de la llamada corriente socialista. Así les va, y así nos va.

Se ha hablado mucho de la transversalidad de Ciudadanos. Lo esgrimen muchos de sus detractores pero también se ha puesto en valor como virtud del partido, el propio Albert Rivera lo ha hecho. ¿El ticket para las europeas Javier Nart/Juan Carlos Girauta responde a eso?

Responde a una necesidad de higiene social, de higiene democrática, ciudadana…

…¿a una emergencia?…

…sí, pero le voy a decir por qué. Los Gobiernos de Zapatero, y Mariano Rajoy lo ha continuado, han dejado una herencia terrible: dividir la sociedad en dos. En el momento en que coges un banderín de enganche y te defines como una parte estás expulsando a la otra. Lo fundamental qué es ¿la Memoria Histórica? Eso es como una corrida de toros, donde el torero muestra el engaño con un trapo rojo, pero es un engaño. Lo fundamental ahora es una administración ágil y eficiente, porque la que tenemos hoy no la podemos pagar. Hay que adelgazarla. Pero los partidos tradicionales no lo pueden hacer porque sus ilustres militantes viven de eso. Viven de las asesorías en sus gobiernos, de toda la enorme cantidad de puestos y empresas públicas que existen… pero, claro, no se van a pegar un tiro en la cabeza. La segunda cuestión es la separación de poderes. Y fíjese que yo creo que lo único que hoy nos impide estar bajo la partitocracia más brutal es que te encuentras con jueces que aún pueden frenar al poder ejecutivo, que es todo un con el legislativo. Pero el problema es cuando el poder de los partidos llega hasta ahí, como se ve muy claro en el CGPJ y en el TC. Se los han repartido como la túnica de Cristo tras la crucifixión y ahí están todos, hasta IU. Sin Justicia independiente no hay democracia, es así de sencillo. Y eso es especialmente relevante en el caso de los altos tribunales. No puede ser que los parlamentos regionales nombren a miembros del tribunal superior correspondiente, o que a través del CGPJ se nombren las presidencias de las audiencias o del TS. La tercera cuestión es una verdadera democracia interna en los partidos. Están en la dictadura del secretariado, igual en el PP que en el PSOE, como se ha visto en ambos casos en Andalucía. Por supuesto también un estricto control de la financiación, no sólo a través del Tribunal de Cuentas sino incluso con auditorías externas. Y una reducción drástica de las subvenciones públicas a partidos y sindicatos. En definitiva, que el Estado sea neutral, también en lo que afecta a la Fiscalía General. En eso tenemos que estar de acuerdo por encima de otras cuestiones.

LD / David Alonso Rincón.

Mas y Montilla quieren inmersión para la chusma y educación en castellano para sus hijos

Centrémonos en la cuestión lingüística. Pese a la desobediencia institucional, muchos piensan que la catarata de sentencias del Tribunal Supremo contra la inmersión obligatoria en catalán, basadas en la doctrina que sentó en 2010 el Tribunal Constitucional en su sentencia sobre el Estatut, suponen el principio del fin del modelo.

En Cataluña no se aplican las sentencias, ni la Constitución. Es inaudito que una consejera de Educación se permita el lujo de presumir de la inaplicación de una sentencia. Si mañana lo digo yo, pasado mañana me siento ante el juez de instrucción para explicar lo que sin duda es una desobediencia grave a la autoridad. Está tipificado. En Ciudadanos pedimos una única escuela, como hay una única sociedad, donde se den clases en catalán, en castellano, en inglés si es posible, cuando haya capacidad que ahora no la hay. Nos dicen que eso es desestructurar y crear guetos culturales. Si así fuera yo tengo un enorme sentimiento por los hijos desestructurados que produce la presidencia de la Generalidad. Porque Artur Mas lleva a sus hijos a la escuela Aula, cuyos idiomas son el castellano, el catalán y el inglés; José Montilla, o Josep aunque sea de Iznájar y sea castellano pensante y parlante lleva a sus hijos a la escuela alemana, donde hay inglés, alemán, castellano y catalán. Yo me pregunto: si eso vale para ellos por qué no para el señor de la calle ¿o es que hay estado mayor y clase de tropa?. Si se hace una encuesta entre los dirigentes del Gobierno de Cataluña y los miembros de su Parlamento sería extraordinariamente definitorio saber el tipo de educación que eligen para sus hijos. Estamos en lo de siempre: para la chusma lo ideológico, y para lo mío lo que funciona.

Artur Mas sigue en sus trece con la consulta y ahora el TC no tiene claro si aceptar el recurso de la abogacía del Estado contra la declaración soberanista hecha el año pasado por el Parlamento de Cataluña.

El Tribunal es necesario y debe ser creíble, pero las personas que lo forman son increíbles.

Pensando en Bruselas

Hablemos de Europa. ¿Qué postura defendería el eurodiputado Nart sobre el futuro de la UE, ahora que parece que se ha alejado el peligro que amenaza la viabilidad del euro?

La UE está sobrepasada por la Troika, y eso es terrible. Cuando resulta que las instituciones se convierten en secundarias con respecto al poder dónde realmente están, esto es una perversión de la UE. Es absolutamente necesario un profundizamiento en la unidad que pasa por una armonización fiscal y una Unión Bancaria. Se ha sido muy lento en responder a la crisis porque teníamos una Europa profundamente desestructurada, donde se producía el disparate de que el euro no fuese la consecuencia de una unión fiscal interna. Nuestra salvación es la unidad, estamos en un mundo de continentes, como es el que forman EEUU y Canadá, el chino y como no tengamos el europeo seremos progresivamente un lugar de referencia, de grandes monumentos, de personas cultas pero todo irrelevante.

Parece que la Posición Común sobre Cuba, que impulsó España, va a pasar a mejor vida.

Si alguien piensa que con gestos hacia la dictadura de los Castro se va a conseguir algo se equivoca. En Cuba hay un problema muy importante que no tiene nada que ver con la transición española. Aquí Franco se había muerto antes de 1975, lo que pasa es que no se enteró, porque había una clase media muy sólida que vivía de espaldas a la retórica del Régimen. En la Isla el Régimen es muy potente y no puede evolucionar. El posicionamiento de la UE es una hipocresía monumental, que consiste en aprovechar los despojos de la dictadura para ir tomando posiciones comerciales.

Usted conoce bien el País Vasco, porque se ha criado allí. La batalla contra ETA ha sido muy importante darla en Bruselas, con resultados desiguales.

Más que derrotada ETA está desaparecida y con muy poca capacidad. Ahora bien, matar es fácil y por tanto no hay que descartar que vuelvan a hacerlo. Otra cosa es que con muy conscientes de su debilidad frente a la potencia de su ala política, a la que siempre tenían controlada. Ahora ese brazo político es cada vez más fuerte. Por eso una vuelta a los atentados sería, además de lógicamente muy dolorosa para la sociedad, algo que debilitaría a ese brazo político, por lo que no les conviene. En consecuencia: no hay nada que negociar con ETA, pero no por principios sino por fines, están terminados. En cuanto a los beneficios penitenciarios, ni más ni menos que todos los demás. No entiendo que haya que hacer distingos entre un violador y una alimaña asesina como son los de ETA.

LD / David Alonso Rincón.

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