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Isabel Coixet se confiesa "acojonada" por los independentistas en 'El País'

Dice que a la "mayoría" les da "pereza" la independencia, pero que son "tímidos" y "andan de puntillas".

"El día de las marmotas" se titula el artículo que firma hoy la directora de cine Isabel Coixet en El País. Comienza diciendo que "somos lo peor de cada casa. Y somos muchos. Más de lo que parece. Más de lo que todo el mundo cree. Pasamos casi desapercibidos, caminamos de puntillas". Pero justifica ese apocamiento en que son "tímidos que nos callamos en las discusiones porque lo nuestro no es discutir".

"Nos dan apuro los gritos, los himnos, las marcas, las banderas, los discursos. No son para gente de nuestra calaña, pero somos perfectamente capaces de tolerarlos y respetar a los que vibran con ellos aunque carezcamos de ese esquivo gen que nos permitiría pasarlo en grande en los pasacalles".

Cree Coixet que esa masa silente ha nacido "con una grave tara que arrastramos con resignación pero sin orgullo ni vergüenza (…) Somos como sombras que se arrastran en silencio". Y de tanto callar, de tanto ir de puntillas, tanto tolerar, tanto respetar y tanto arrastrarse ahora se encuentran "apenados, acojonados y perplejos".

¿Y quiénes son esta panda de acojonados? Se presentan: "Somos catalanes a los que la independencia y todo lo que supone nos da una pereza inmensa. Ciudadanos de cuarta, frívolos y vagazos, conscientes de estar cometiendo un sacrilegio espantoso por el que asumimos la penitencia y el castigo que caerá inexorablemente sobre nuestras cabezas". Son catalanes a los que "la idea de España no nos fascina pero no nos repugna". Pero que les daba una pereza salir a decirlo...

"No sabemos si los rumores sobre la lista negra de los catalanes de pacotilla son ciertos, pero por supuesto estamos a favor de su existencia: gente como nosotros no debería tener cabida ni voz en esta gran nación que, al parecer, se avecina. No nos cogemos de la mano, no ponemos banderas en los balcones, nos quitamos, con educación pero con firmeza, de encima a los postulantes que llaman para contarnos la buen nueva". En otras palabras, que miran para otro lado.

"Como nos sentimos en casa tanto en Olot como en Orense o en Orán, nos llaman, merecidamente por supuesto, botiflers, españolazos, charnegos, desgraciados y hasta cosmopolitas". Votaron a Maragall, "craso error", reconoce la cineasta, pensando en "construir una sociedad algo mejor y nos encontramos con una triple taza de caldo de un debate que, en nuestra estúpida inocencia, creíamos perteneciente a otra época". Catalanes, dice, que quieren vivir, entre otras cosas, en un sitio en el que "cada uno pueda hablar y cantar y trabajar en el idioma que quiera, las escuelas públicas enseñen a los niños a pensar, matemáticas y natación". Y por eso son del PSC, que con Montilla a la cabeza, batió récords de multas por rotular en castellano.

En cuanto a lo de la lista negra, se lo puede confirmar uno que habla a su lado hoy. Sí, en El País. Se llama Albert Boadella, compañero de profesión y ahora "intelectual ante una cita histórica". Ese facha infecto amigo de Esperanza Aguirre que hace años tuvo que abandonar Cataluña porque no le daba la real gana ni de andar de puntillas, ni de callarse. Y tela cómo le han puesto no sólo los nacionalistas, sino también los votantes de Maragall.

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