De eso iba todo: de demostrar que el PSOE tiene voluntad de pacto con Podemos y Pablo Iglesias sólo quiere dinamitarlo y, en consecuencia, ir a nuevas elecciones. La sesión consistió por tanto en un juego de presión con el que los socialistas intentaron escenificar que lo habían intentado "hasta el último minuto", pero que no ha sido posible por culpa de Podemos.
Precisamente por ello, Sánchez teatralizó su tristeza nada más salir del Hemiciclo tras su segunda votación fallida. El líder del PSOE se marchaba del Hemiciclo con un rostro apesadumbrado. Tras un apretón de manos con su socio de Ciudadanos, Albert Rivera, se manifestaba en los pasillos del Congreso: "siento en el alma que hoy España no tenga Gobierno porque haya habido dos partidos, PP y Podemos, que hayan bloqueado este acuerdo". El líder socialista dijo que "seguirá trabajando" para lograr una mayoría.
"Hoy es un punto y aparte. A partir de mañana vamos a seguir trabajando para que haya un gobierno y, desde luego por mí no va a quedar". Y en último lugar, rejón a Pablo Iglesias de quien dijo, "ha traicionado a los millones de votantes de Podemos" porque "en democracia uno es lo que vota. El señor Iglesias es el responsable único y último de que Rajoy siga siendo presidente".
Hasta el "último minuto"
Antes de la votación que podría darle la estocada final al candidato socialista, Pedro Sánchez subía a la tribuna de oradores con la mirada puesta en Podemos y sus confluencias y la esperanza utópica de lograr un cambio en el sentido de su voto. Para ello, volvió a arrancar su discurso con nuevos reproches a Rajoy por decir 'no' al Rey en una "sorprendente huida de sus responsabilidades institucionales" que llevó a "nuestro país a una situación de bloqueo e incertidumbre".
Tras acusar a Rajoy de "traicionar a sus votantes" por dar "un paso al lado, en lugar de un paso al frente", Sánchez se aferró a la presión del tiempo de cara a presionar a Podemos: "Hoy ponemos en marcha el reloj de la democracia. Con un sólo voto podemos cambiar de la noche a la mañana el futuro de España" a través de "un Gobierno trasversal, del Bien Común".
Un intento por que cada uno se retrate, pero mirando al ala más izquierda del Congreso, en el que dejó claro que "formar gobierno queda en sus manos. Hoy tenemos la oportunidad" de hacerlo, dijo el socialista dirigiéndose a los diputados que le prometieron un "no". Mencionó, en clara alusión a Podemos, las alianzas municipales, donde el PSOE ha exigido "nada más que su respeto y su confianza".
"En unos minutos se decidirá, con los votos de ustedes, Señorías, si hemos sido capaces de pensar en el interés general renunciando a alguno de nuestros intereses particulares, o no", insistió Sánchez, aprovechando las disensiones de última hora en Podemos. Las menciones a la palabra "cambio" fueron constantes. El cambio, reiteró, pasa "necesariamente" por el PSOE.
Y lanzó cuatro preguntas al aire: "¿Queremos un acuerdo entre partidos? ¿sí o no?; ¿Queremos evitar realmente unas nuevas elecciones? ¿Sí o no?; ¿Queremos que políticas de cambio empiecen ya a ser efectivas? ¿Sí o no?; ¿Queremos evitar que el señor Rajoy siga en el Gobierno?".
Un cambio que para el PSOE tiene tres condiciones: que el nuevo gobierno surja del acuerdo, que reúna a partidos con diferentes sensibilidades; y que cuente inevitablemente con el PSOE. Sánchez concluyó pidiendo por tanto que no se obstaculice el cambio que puede iniciarse "desde ya. No esperemos más. Los españoles no se lo merecen".