
La Policía Local de Coín (Málaga) localizó el pasado 18 de marzo a una adolescente suiza buscada desde hace años por las autoridades de su país. La menor —de 17 años— se habría criado con su padre y sus dos hermanas en un bosque, aislada de la sociedad y totalmente desconectada de la vida moderna. Es lo que se conoce como una niña lobo (o salvaje). Se desconoce el tiempo exacto que llevaba en España, donde ambos pudieron huir para no ser localizados.
La joven fue vista por un vecino, que dio la voz de alarma. Le llamó la atención que le acompañaba un hombre mayor, que ambos estaban muy sucios y que parecía que dormían en un coche, que estaba aparcado en los alrededores del centro comercial La Trocha y en el que se encontraron bolsas con alimentos en su interior. Cuando llegaron los agentes, la chica estaba muy nerviosa.
Según han relatado, miraba para todos los lados, hacía movimientos que califican como "extraños" y apenas hablaba. Los policías dieron aviso a la Guardia Civil, que pudo comprobar -al meter sus nombres en la base de datos- que sobre la menor pesaba "una orden de búsqueda internacional de localización y comunicación de domicilio", por lo que "se dio traslado al juzgado", han explicado fuentes cercanas al caso a Libertad Digital.
La adolescente ingresó en un centro de protección de menores de la provincia de Málaga a la espera de que se tramitara su repatriación, que se realizó el pasado 3 de mayo. No obstante, las mismas fuentes han señalado a este periódico que la menor "ha cumplido los 18 años este viernes, 10 de mayo" por lo que "es muy posible que pronto la tengamos otra vez por aquí" para reunirse con su padre.
Es habitual que los niños criados de esta manera no logren o no quieran integrarse en una sociedad que les es totalmente ajena. La vida ‘salvaje’ es lo único que conocen y es en este entorno en el que se sienten seguros. Ejemplo de ello es lo que le ocurrió a Marcos Rodríguez Pantoja, el antecedente español. Tras más de una década viviendo con una manada de lobos fue rescatado, pero nunca terminó se sentirse cómodo entre humanos.
El ‘niño lobo’ español
Marcos Rodríguez Pantoja —que hoy tiene casi 80 años— es conocido como el niño lobo español. Vivió durante 11 años acogido por una manada de lobos en Sierra Morena, sin contacto alguno con otros individuos de su especie. Creció sin escolarizar ni recibir ningún tipo de atención médica. Cuando fue rescatado, había olvidado su lengua y no entendía el valor del dinero. Su impactante historia fue llevada al cine por Gerardo Olivares en 2010, bajo el título de Entrelobos.
Nació en un pueblo de Córdoba. A los 6 años de edad, su madre murió y su padre se volvió a casar. Su nueva esposa lo maltrataba y le obligaba a dormir a la intemperie atado con cadenas. Pasado un tiempo, su progenitor lo entregó (parece ser que a cambio de dinero) a un terrateniente y éste a su vez se lo dio a un cabrero, para que le ayuda en la faena. Vivieron juntos en una cueva en el monte, hasta que -un año más tarde- el hombre murió y Marcos se quedó solo. De él aprendió algunas cosas que le fueron de utilidad en la vida salvaje.
Tras su fallecimiento, no sabía qué hacer. Iba de aquí para allá, vagando por el bosque, hasta que un día se topó con un grupo de lobeznos que le trataron de igual a igual. Jugó con los cachorros hasta que se cansaron, y se quedó dormido junto a ellos. Cual fue su sorpresa cuando -al despertar- la madre de los pequeños repartió unos pedazos de carne y reservó uno para él. Incluso se acercó y le lamió la cara. Le aceptaron en la manada y le defendieron como a uno más mientras vivió con ellos.
En ese tiempo, aprendió sus hábitos y su forma de comunicarse (aullaba y mordía como un lobo), y vestía prendas realizadas con piel de animales. Se hizo a la vida salvaje. Cuando fue encontrado por la Guardia Civil en 1965 tenía 19 años y apenas recordaba lo que era comportarse como un humano. Su padre le rechazó y fue trasladado a un centro donde las monjas que le enseñaron a vivir de nuevo como una persona (a andar erguido, comer con cubiertos, hablar nuestro idioma, etc.).
Después, se ganó la vida como pudo durante un tiempo en Mallorca. Pero siempre fue objeto de burlas y engaños, por lo que terminó volviendo al monte. Le acogió un policía jubilado gallego llamado Manuel Barandela, que le protegió hasta su muerte. Vivió con él y su familia durante años en el pueblo orensano de Rante. Pero, aún a día de hoy, Marcos Rodríguez Pantoja sostiene que su vida era "mejor con los lobos que con los humanos".

