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Crónicas murcianas

¿Debe abandonar Rajoy?

La prensa de izquierdas, y alguna sedicentemente derechosa, se frota las manos especulando con el abandono de Rajoy del liderazgo del PP, decisión que juzgan inevitable tras la última derrota electoral. Esta situación me recuerda a los terribles sarpullidos del progresismo cuando la jerarquía católica ejerce como tal en cuestiones sensibles, que inmediatamente lleva a sus líderes de opinión a pedir un relevo o un cambio de rumbo en la institución. En estos casos siempre pienso que si la izquierda muestra un interés tan determinado en que su adversario tome una decisión concreta, lo más sensato es adoptar exactamente la contraria.

Pero no es sólo la existencia de esta "ley de hierro de la conseja progre" lo que me hace pensar que Rajoy no debe renunciar a liderar la oposición y presentarse a las elecciones de 2012, sino también el hecho, en mi opinión incontestable, de que las ideas que ha defendido, tanto durante la legislatura como en la campaña, son las que comparte una amplísima mayoría de su electorado.

En principio al único que hay que darle la boleta es al encargado de la demoscopia electoral del partido, pues no se entiende que hasta bien pasado el escrutinio del sesenta por ciento no cayera en la cuenta de que el PP había sido derrotado. Las palabras de Cayetana Álvarez en el informativo especial de LD, casi con el cuarenta por ciento del escrutinio ya realizado, anunciando eufórica que Rajoy se convertiría en presidente, denota que los analistas del partido o son unos topos del PSOE o unos incompetentes. En todo caso, fuera.

En cuanto a Rajoy, como decía antes, creo sinceramente que las ideas que ha defendido, basadas principalmente en una elemental recuperación de la dignidad nacional, y las propuestas que ha hecho, sobre todo las económicas, son las que cualquier liberal-conservador sensato puede asumir como propias de cara a unos comicios.
El problema es que la sociedad española prefiere el buenismo progre, el talante y la música de chikilicuatre, a un señor serio que defiende unas ideas sólidas a quien se ha tachado insistentemente desde el gobierno y los medios afines (practicamente todos) de ser la reencarnación de Torquemada.

La cuestión que parece plantearse ahora en el PP es: ¿debemos cambiar de estrategia para decirle a la gente lo que quiere oír, ganarnos la condescendencia de los artistas y, en general, del progrerío mediático a ver si en 2012 nos dejan ganar? Si la respuesta es positiva, no cabe duda de que Rajoy no sirve como candidato y en este caso habría llegado la hora de alguien como Gallardón.

En mi humildísima opinión, creo que si las ideas que ha defendido el PP con Rajoy a la cabeza las reconocemos como ciertas, dignas y válidas, lo que hay que hacer es transmitirlas con eficacia a la gente durante estos cuatro años para cambiar de una vez el aborregante medio ambiente cultural en el que se mueve la masa española, de carácter eminentemente socialista.

La batalla contra el socialismo trasciende la lucha para desalojar al chikilicuatre de La Moncloa. Es una cuestión de ganar en el terreno del pensamiento, la cultura y los medios de comunicación. Sólo con que los varios miles de altos cargos del Partido Popular repartidos por toda España se dedicaran a defender con hechos las ideas liberal-conservadoras, en lugar de seguir dejándose mecer por la rutina alimentando todos los circuitos de la izquierda para que los progres les perdonen su pecado original, la conquista de la opinión española estaría al alcance del partido de cara a 2012.

Otra cosa es que el PP pretenda jugar contra el PSOE utilizando sus mismas cartas y sacando únicamente la baraja sin marcar los quince días anteriores a la cita electoral. Esto ya hemos visto que no funciona, porque a "tahúres del Mississipi" no hay quien gane a los socialistas.

Si se va Rajoy para que llegue alguien más joven a defender sus mismas ideas (no se ve a nadie en el horizonte) el PP habrá hecho un buen negocio. Como los líderes y barones regionales prefieran gallardonear, probablemente ganen las elecciones, pero su triunfo será simplemente una concesión temporal de la izquierda sociológica española con fecha de caducidad. Aznar lo sufrió en sus carnes. Creo sinceramente que con una vez basta.

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