El gobierno de la comunidad autónoma de la región de Murcia, del PP como Dios manda, está a punto de someterse al dictado de la izquierda peleona bajo el expediente del consenso, que es el instrumento dialéctico utilizado por los sociatas para someter al partido rival permitiéndole creer que ha ganado algo en el proceso. Es sólo una sospecha, claro, pero los antecedentes son tan nítidos que mucho nos sorprendería en el PP murciano una firmeza berroqueña en su política contra la crisis económica.

"Necesitamos un consenso", dijo la candidata del PSOE que no tira huevos llenos de pintura a las fachadas como afirman por ahí, "pero un consenso muy consensuado", asintió el presidente de los empresarios; y artículo periodístico en ristre han colocado a Valcárcel frente a la disyuntiva de consensuar con ellos y quedar como Rufete en Lorca o seguir obcecado en sus recortes salariales a los funcionarios y quedar como Cagancho en Almagro. Y todo por no haber cogido las tijeras a tiempo y haber atinado en la zona del corte presupuestario, territorio tan amplio en excesos suntuarios que hubiera admitido un recorte no ya de 300, sino de 800 millones sin tocarle las narices a los funcionatas y sus liberados sindicales.

Podríamos hacer una lista de urgencia, pero ya es demasiado tarde. Acojonados por la decisión de Zapatero de impedirles el endeudamiento de 500 millones que la autonomía necesita para no quebrar, la víspera de Nochebuena llevaron a aprobar una ley escasamente meditada y con una carga de dinamita importante en su interior. Una vez ha explotado ¿Cómo solucionar la papeleta sin que haya vencedores ni vencidos? Pues naturalmente con el consenso. Los Pactos de San Esteban 1.0. con foto incluida. Quince días les doy.