
Con la campaña gallega de fondo, PP y Vox vuelven a protagonizar un duro choque mientras el BNG, PSOE y Sumar evitan la confrontación para no hacerse daño en las elecciones. Santiago Abascal acumula cuatro días de duros ataques contra Alberto Núñez Feijóo, a cuenta de su desliz en un encuentro con la prensa, en el que desveló el contenido de los contactos que mantuvo su partido con Junts.
Un error que ha permitido también desviar la atención de la crisis de Baleares, que Vox da por cerrada después de semanas en las que se han producido todo tipo de acusaciones cruzadas entre miembros del mismo partido, con filtraciones de por medio que han dañado gravemente la imagen del partido.
"La sensación de estafa en Galicia es muy grande", dijo el pasado lunes el líder de Vox después de criticar que Feijóo valorara durante 24 horas un indulto condicionado a Puigdemont, que acabó rechazando. "Galicia tiene un riesgo, y es que se imponga una sola lengua, que si lo piensan, eso ya ocurre con el PP; Galicia tiene un riesgo, y es que los padres no puedan decidir cómo se educa a sus hijos, y eso ya está pasando con el PP también", añadió después.
Abascal equiparó las políticas del PP con las del BNG, pese a tratarse de su socio de gobierno en cinco comunidades autónomas, llegando a acusar a los de Feijóo de estar obsesionado con acabar con Vox y cometer el mismo error que en las pasadas generales. Todo ello, entre duras críticas a los populares, que ha venido reproduciendo o largo de los últimos días.
Durante el fin de semana, Abascal arremetió contra el presidente del PP por el mismo motivo, acusándole de "haber estafado a los electores" y de haber "mentido", comparándole con Pedro Sánchez para decir que "ha quedado en segundo lugar" por haber cometido "la mayor estafa" a los votantes. El sábado dijo que es necesario "poner riendas y espuelas al PP en Galicia" para que "no se desvíe hacia la izquierda".
La esperanza de conseguir escaño
En Vox acarician la posibilidad, por primera vez, de conseguir un escaño en la única comunidad que todavía se les resiste. Barajan la opción de poder entrar por La Coruña o Pontevedra, y hacerlo a costa del PP, aunque insisten en decir que los restos se los disputan con el BNG. Sin embargo, sus potenciales electores provienen del partido de Feijóo, de ahí que aprovechen para apretarles en lugar de centrarse en criticar a la izquierda o advertir contra un posible gobierno del BNG.
Con ese objetivo, también ayer el secretario general de Vox, Ignacio Garriga, criticó los contactos del PP con los separatistas después de que ERC dijera que hablaron con ellos. Una conversación que se limitó al comentario del diputado Carlos Floriano a una representante de los republicanos catalanes, para afearle que no dejen gobernar a la lista más votada.
La ruptura entre PP y Vox a nivel nacional lleva tiempo fraguándose, tal y como proclamó el propio líder de Vox después del reparto de las comisiones parlamentarias, la reforma constitucional o la renovación del CGPJ. Una ruptura que, sin embargo, no ha tenido consecuencias a nivel autonómico, donde ambos partidos conservan sus alianzas y siguen gobernando juntos.

