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El ocaso de Sánchez en Europa con los aranceles y en pleno rearme: "Sabemos que somos minoría"

La crisis de la socialdemocracia y la debilidad de su Gobierno, incapaz de aprobar el rearme, merman la imagen de Sánchez fuera de España.

Xi Jinping y Pedro Sánchez | EFE

En Moncloa siempre presumieron de que Pedro Sánchez era un "actor global". Su avanzando nivel de inglés y francés le permitían interactuar con los líderes comunitarios. Su buena imagen internacional se evidenciaba en su sintonía con Úrsula von der Leyen. Mientras Sánchez levantaba muros contra el PP español, en Europa pactaba con los populares europeos y se presentaba como un líder moderado, capaz de frenar a la extrema derecha.

Todo su carisma internacional se ha difuminado en las últimas semanas. Su ambigüedad a la hora de defender el rearme y su último viaje a China han levantado las suspicacias sobre un líder cuya imagen se empezó a resquebrajar cuando se tomó unos días de reflexión. Durante esta pausa, en Europa empezaron a descubrir los casos de corrupción que afectaban a su mujer y los improperios que soltaba contra los medios que investigaban a su entorno.

La debilidad de su rearme

Tampoco ayuda su gestión interna. La debilidad del Ejecutivo que preside le impide aprobar un rearme. Mientras otros países dan datos concretos, España da largas. Fuentes comunitarias trasladan que durante los Consejos Europeos celebrados para abordar el aumento de gasto en defensa y la guerra arancelaria con Donald Trump, el presidente del Gobierno español apenas intervenía, guardando silencio ante las propuestas del resto de países, prisionero en parte de su socio de Sumar, contrario al incremento de inversión económica para luchar contra Rusia.

La ambigüedad adoptada con el aumento del gasto en defensa empieza a despertar la desconfianza de Bruselas, cansada de los juegos del presidente español. En el Ejecutivo asumen su soledad tras la derrota de Scholz en Alemania.

Apenas hay países con presidentes socialdemócratas y los pocos que quedan, como Dinamarca, están alineados con un endurecimiento en materia inmigratoria y de rearme inmediato. "Sabemos que somos minoría", asumen en el Ejecutivo tras la falta de aliados. Ni siquiera queda Portugal, con el que Sánchez hizo dupla durante la negociación de la excepción ibérica.

Esto obliga a hacer extraños compañeros de cama en algunos asuntos. Por ejemplo, Sánchez se ha alineado con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, para que no se utilice la palabra rearme o para que se computen otros gastos y ambos países se puedan aproximar al 2% del PIB en gasto militar pese a que ninguno supera el 1,4%.

En el Ejecutivo defienden esta extraña alianza, cuando luego Sánchez aísla a Vox en España, porque se trata de dos países mediterráneos, alejados de Rusia, cuya ciudadanía no percibe el peligro inminente de Moscú y eso se traduce en una menor premura, a diferencia de Polonia que abandera que se cambien las reglas en la OTAN para que se exija un 5% de gasto militar por ser limítrofe con Ucrania.

La imagen de líder influyente en Bruselas que pretende proyectar en España, hace aguas desde hace meses, especialmente cuando constatan diferencias de discurso sobre lo que vende ante sus socios comunitarios y lo que dice después en nuestro país. En los últimos meses, Moncloa ha tenido incluso que salir a desmentir dos veces a líderes europeos que hablaron de compromisos adquiridos por Sánchez para aumentar el gasto en defensa, que el Gobierno español no ha asumido después ante los españoles.

La buena imagen que Sánchez proyectaba en Bruselas durante su primer mandato, cuando la sintonía con Úrsula Von der Leyen era plena, parece que poco a poco se resquebraja, también por su incapacidad de poder materializar cualquier promesa que haga en Bruselas, dado que no es capaz de sacar adelante los primeros presupuestos de esta legislatura.

El viaje a China

En otros asuntos, Sánchez teje nuevas alianzas como ha sucedido con el viaje a China. La tercera visita a Xi Jinping ha despertado suspicacias en Europa y en Estados Unidos . Moncloa asegura que el viaje a Pekín se hace con el aval de la Comisión Europea pero en Bruselas no han salido a respaldarle como sí ha sucedido, por ejemplo, con el viaje de Meloni a Washington durante esta Semana Santa.

Este supuesto beneplácito contrasta con la llamada telefónica que Von der Leyen realizó este miércoles a Pekín para pedirle a Jinping que frene la llegada masiva de productos chinos a Europa. Si Sánchez actúa como intermediario entre China y Europa, como sostiene el Gobierno ¿por qué la presidenta de la Comisión ha decidido telefonear al presidente chino sólo unas horas antes de la llegada del presidente del Gobierno español?

Las dudas se mantienen y durante su rueda de prensa en Pekín, le volvían a preguntar si Von der Leyen lo sabía. "Por supuesto, le he informado y volveré a llamar a la presidenta de la Comisión", aseguraba Sánchez este viernes mientras terciaba que "España y la UE defendemos los mismos valores y principios". El silencio de Bruselas y los acuerdos que Sánchez firmaba, centrados sólo en España, volvían a elevar las sospechas.

Contra Trump

El viaje a China estaba previsto desde antes de que Trump saliese a los jardines de la Casa Blanca con su tabla de aranceles pero Moncloa decidió mantenerlo. ¿Era el momento propio de viajar a dos de los países más castigados por Washington (Vietnam y China)? El coro de críticos lo lidera el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, quien ha advertido a España de que aproximarse al gigante asiático sería "como cortarse el cuello".

En Moncloa el tono del principal asesor económico de Trump no ha gustado. "Lo que faltaba, que nos digan dónde tenemos que viajar", afirman fuentes del Ejecutivo que piden "respeto a la soberanía de España". Unas frase que evidencia su soledad en Europa y Estados Unidos.

¿Y en Iberoamérica?

Tampoco en Latinoamérica las cosas le van mejor. Sus choques con el presidente de Argentina, Javier Milei, cristalizaron en la retirada de embajadores que ya se ha recuperado. Moncloa trata de alejarse del eje bolivariano encabezado por Venezuela pero lo cierto es que, más allá del presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, no le quedan muchos más aliados. Sus otras grandes apuestas, el presidente chileno, Gabriel Boric, y el colombiano, Gustavo Petro, van camino de finalizar su mandato con unos índices de desaprobación históricos. En ambos países, el centro-derecha ya está liderando los sondeos. Lo que acrecentaría la debilidad de Sánchez.

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