Del teatro de Sánchez a la contundencia de Feijóo: dos comparecencias opuestas en un momento clave
Analizamos las ruedas de prensa del presidente del Gobierno y el líder de la oposición en el día más agitado de la política española en mucho tiempo.
Sin duda alguna este jueves 12 de junio ha sido uno de los días más agitados de la política española en los últimos años: el informe de la UCO sobre Santos Cerdán –en realidad no es sólo sobre él, pero es evidente que es su gran protagonista– ha causado terremoto de gigantescas dimensiones, ha provocado la dimisión del hasta ahora secretario de organización del PSOE, una catarata de reacciones y dos comparecencias ante la prensa: la del propio Pedro Sánchez, que llevaba desde el apagón sin responder a preguntas de los periodistas, y la de Alberto Núñez Feijóo.
El presidente del Gobierno ha comparecido en Ferraz, se ha limitado a pedir perdón, no ha anunciado más que una auditoría de las cuentas del PSOE –pese a insistir en varias ocasiones en que el Tribunal de Cuentas las ha aprobado siempre– y, por supuesto, ha negado la posibilidad de una convocatoria electoral.
Lo más importante para Sánchez ha sido la escenografía: el rostro compungido de Sánchez, al borde de las lágrimas durante casi todo el discurso, presentándose como víctima de unos malvados que habían abusado de su confianza y, en el caso de Santos Cerdán, del que no sospechaba nada hasta la mañana de este mismo jueves. Alucinante.
Por el contrario, la comparecencia de Feijóo no ha tenido mayor cesión a la escenografía y, de hecho, hasta ha tenido algunos problemas para leer el discurso en algún momento, pero en cambio su intervención ha sido muy buena: contundente, dura y ajustada a la realidad y la dificultad del momento que está atravesando España.
La única duda que es posible plantear es si el líder el PP debería haber anunciado este mismo jueves una moción de censura. El popular argumenta, y es razonable, que plantearla y perderla sería insuflar oxígeno al Gobierno, pero quizá la gravedad del momento requiera forzar ese debate parlamentario.
Por último, cabe preguntarse y la comparecencia de Sánchez habrá logrado su propósito básico: calmar y contentar a los suyos. Es difícil asegurarlo ya, pero no está claro: el estallido definitivo del caso de Santos Cerdán parece haber roto, quizá definitivamente, el idilio que hasta ahora Sánchez mantenía con la mayoría de los medios y los periodistas de izquierda que, de una forma bastante hipócrita, parecen haber despertado este jueves a los escándalos del Gobierno. Y sin el apoyo acrítico e incondicional que venía manteniendo este "equipo de opinión sincronizada" como se le ha dado en llamar, va a ser muy complicado que el presidente logre su propósito de mantenerse en poder a toda costa hasta el 2027.
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