
El Gobierno inicia el curso político igual que lo terminó: envuelto en la polémica permanente. Si hace apenas unos meses Pedro Sánchez era capaz de controlar la agenda y parecía salirle todo bien, en los últimos tiempos apenas puede reaccionar a la catarata de escándalos que le afectan. Unas circunstancias que, lejos de mejorar, se agravarán en el último trimestre del año, lo que ha llevado al PP a preparar todos los escenarios posibles por si hubiera convocatoria anticipada de elecciones en otoño para finales de año o principios de 2026.
La falta de Presupuestos Generales del Estado asfixia a un Ejecutivo que ha sido incapaz todavía de aprobar las primeras cuentas públicas de la legislatura, lo que pone en tela de juicio su legitimidad para continuar sin convocar elecciones. Quien esgrimió el argumento de tener una mayoría parlamentaria superior a Alberto Núñez Feijóo para imponerse en una investidura pese a haber perdido las elecciones, se ve ahora incapaz de recurrir a ella para la labor más importante que debe acometer.
Conscientes de la gravedad de la situación, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, abría incluso la puerta a presentarlos sin tener garantizados los votos. Algo que descartan en el PP porque, según distintos miembros de la dirección, perder una votación así abocaría a una convocatoria de elecciones sin margen para controlar los tiempos. Es lo que ocurrió con el exprimer ministro alemán, el socialisdemócrata Olaf Scholz, que se sometió a una cuestión de confianza al ser incapaz de aprobar unos presupuestos. Tras perderla, convocó elecciones.
Con unos presupuestos prorrogados desde el año 2022, Pedro Sánchez no sólo ve mermada su capacidad de saldar cuentas con sus socios o seducir a su electorado, cada vez más alejado del PSOE, sino que está atado de pies y manos para poder cumplir con Europa, especialmente en un momento tan convulso como el actual, donde todos los países han tenido que comprometerse a aumentar un 5% el gasto en defensa los próximos años. La falta de cuentas públicas tampoco permitir seguir desbloqueando los fondos Next Generation.
El aislamiento internacional
Esto explica, en parte, el aumento de la presión internacional ante un presidente que pareció gozar en otros momentos de mayores simpatías, como demuestra su mala prensa. Los casos de corrupción han saltado ya a la primera páginas de periódicos como el Finantial Times, que ya se habían hecho eco de otros escándalos como el apagón. La mujer del presidente, Begoña Gómez, acapara ya la atención de los medios extranjeros, junto con la imputación del Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, además de la entrada en prisión de Santos Cerdán.
No es casual que, cuando más deteriorada está la imagen del Gobierno, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, tuviera que retirarse como candidato para presidir el Eurogrupo o que Sánchez haya sido excluido de la reunión entre EEUU y Europa para abordar la guerra de Rusia y Ucrania. Una pérdida de peso internacional que aísla cada día más al presidente y, con ello, a España.
La temida agenda judicial
Otro ejemplo es la polémica protagonizada con Donald Trump por los negocios suscritos con Huawei que colocan a nuestro país en una situación muy comprometida. De por medio, las dudas sobre el papel de José Luis Rodríguez Zapatero o José Blanco para hacer negocios con China, después de hacerlos hecho con países pertenecientes al Grupo de Puebla como Venezuela.
En Portugal, otro colega de partido de Sánchez, el socialista Antonio Costa, dimitió tras verse envuelto en casos de corrupción, aunque mucho menos graves que los de España. La agenda judicial se va a intensificar a partir del mes de septiembre, con varios informes de la UCO todavía pendientes y la posible apertura de juicio oral contra el hermano de Pedro Sánchez, David Sánchez, a lo que se añade la situación de su exministro José Luis Ábalos y todo el caso Koldo.
El caos de los servicios públicos
Con todos estos frentes abiertos, la gestión se ha visto muy afectada, como demuestran la dana, el caos ferroviario, el apagón y, más recientemente, los incendios. La sensación de Estado fallido y Gobierno completamente desbordado es ya general, como reflejan también las encuestas que, por primera vez, arrojan resultados muy pobres para el PSOE, por debajo ya de los 100 escaños. La falta de soluciones para problemas cotidianos como la vivienda o la inflación agravan todavía más esta situación.
Esto ha llevado al partido de Alberto Núñez Feijóo a calcular que en otoño el presidente podría verse obligado a convocar elecciones, por mucho que su máxima aspiración sea aferrarse al sillón de La Moncloa. Aunque algunos dirigentes del partido siguen apelando a la cautela y cuentan con que la legislatura seguirá los próximos dos años, la cúpula ha puesto en marcha la maquinaria electoral para evitar que se repita el 23-J. Esto explica, en parte, los cambios hechos en la dirección y el endurecimiento del discurso, que seguirá este nuevo curso político, con la duda de conocer cómo responderá el Gobierno.

