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En lugar de reprimirlo, el Gobierno se pone a la cabeza del pogromo en la Vuelta a España

El Gobierno ha lanzado sus críticas contra el equipo Israel Premier Tech en la Vuelta en vez de defender a los ciclistas atacados.

Lo que está ocurriendo en la edición de este año de la Vuelta Ciclista a España es absolutamente inaudito: manifestantes que se autodenominan defensores de Palestina – en realidad defensores de Hamás – han atacado en varias ocasiones la carrera por la presencia del equipo Israel Premier Tech.

Sorprendentemente, en lugar de condenar a los atacantes y defender a los corredores y los demás miembros del equipo injustamente atacado, la organización de la carrera se ha comportado de un modo absolutamente rastrero y cobarde, invitando al conjunto a abandonar la prueba.

Del mismo modo, no menos lamentable es lo que ha hecho el Ministerio del Interior, incapaz de garantizar la seguridad de una competición internacional muy conocida y en la que no había que ser precisamente un genio para saber, mucho antes de que empezara, que podía haber problemas. Ni siquiera tras el primer incidente en una de las etapas iniciales se han tomado medidas para impedir que el discurrir de la carrera se vea afectado y, más grave todavía, conjurar la amenaza evidente que sufren los corredores, especialmente los del Israel Premier Tech.

Sin embargo, lo peor de todo nos lo tenía reservado el Gobierno, que ante actos concretos de antisemitismo que amenazan a personas concretas con nombre y apellidos se ha puesto a la cabeza del pogromo y también ha exigido al equipo que se retire.

Un comportamiento absolutamente despreciable y muy grave: hemos pasado de las declaraciones genéricas –que ya son más que preocupantes– a alentar la persecución a un grupo concreto de ciudadanos, por cierto al menos uno de ello español. Cómo se puede interpretar si no, que en mitad de esta situación en lugar de condenar los ataques, llamar a la calma y serenar los ánimos –amén de anunciar que todo el peso de la ley va a caer sobre los violentos– al menos dos ministros se han puesto de parte de los violentos y han exigido la retirada del Israel Premier Tech.

Hay que dejar muy claro que este comportamiento no es libertad de expresión sin más, sino que es antisemitismo puro y duro: se persigue a, como decimos, un grupo concreto de personas por el hecho de que tienen una vinculación, por otro lado bastante menos directa de lo que parece, con el único país del mundo de mayoría judía.

Todo esto es también otro baldón más en la historia del deporte de élite, que basa buena parte de su propaganda en presentarse como una herramienta para unir a los diferentes pueblos y la inclusividad, pero sin embargo a la hora de la verdad suele ofrecer grandes ejemplos de bajeza moral.

Y es algo que se ha visto ya en numerosas ocasiones, quizá la más llamativa en los infames Juegos Olímpicos de 1972, que siguieron celebrándose sin mayor problema incluso después de que un grupo terrorista asesinase a once atletas judíos.

Solo cabe esperar que en lo que queda de carrera no tengamos que lamentar alguna desgracia mayor y que, llegado el último día de la competición se pueda recibir en Madrid como se merecen a los corredores y todo el personal del Israel Premier Tech, que se están comportando como unos auténticos héroes frente a la peor oleada de antisemitismo que se ha vivido en Europa en los últimos años, casi cabría decir que desde 1945.

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