En esta concatenación de despropósitos, hasta la fecha elegida para esta aventura africana, el aniversario de la proclamación de la II República, no ha podido ser más desafortunada.

España es una nación cuya condición definitoria no puede quedar sometida al capricho de una confesión religiosa que lo mismo pone una vela a la unidad nacional que otra a la secesión legitimando ambas con una duplicidad moral pasmosa.

Schlefer dice que la ciencia económica ha concluido que no hay tal cosa como una mano invisible que conduzca a los mercados libres al equilibrio, y que la prueba más reciente es... ¡la crisis!

He ahí la genuina divisa de nuestro tiempo: elevar cualquier distracción pueril a la suprema dignidad cultural. Las cifras de ventas al por menor como irrefutable argumento de autoridad artística.

Por una vez y sin que sirva de precedente, seamos serios. Es probable que haya muchas cosas que afear a don Juan Carlos, pero la de cazar elefantes en Botsuana no es una de ellas.

Da un poco de miedo la irresponsabilidad con la que ha actuado el Rey. Pero me producen pavor las declaraciones de los socialistas sobre la actitud del Rey.

Mientras se le falta al respeto a los ciudadanos de manera sistemática, parece que la Casa Real se empeña en pegarse tiros en el pie hasta el punto que cabe pensar si no sería el momento ideal para una abdicación. Sí. Abdicación.

La responsabilidad de los fallos de información recaen en este momento en el director del CNI y en la vicepresidenta que lo pilota políticamente desde su paso de Defensa a Moncloa. Alguien debería dar explicaciones y asumir su incompetencia.

Los conservadores tienen un mensaje convincente para la comunidad hispana y un punto de vista que defender. ¿Y cuál es el mensaje progresista? Que los hispanos son las víctimas en una sociedad racista e injusta.