Fue un no a esa reforma y punto. Parecerá una interpretación prosaica, pero a cambio parte de no menospreciar la capacidad de discernimiento del votante.
La libertad de expresión debe ser limitada para evitarle al hombre del siglo XXI la inconveniencia de asumir las responsabilidades de sus propios actos.
Si el punto de partida para introducir cambios es el apaciguamiento de los nacionalistas, eso significa que no hemos aprendido nada de nuestra historia.