La reforma, gracias a la cual se celebraron aquellas primeras elecciones democráticas, tenía un pecado original que la izquierda todavía no le ha perdonado.
Europa tiene dos opciones: continuar por el camino que conduce al suicidio lento y doloroso o tomar medidas mucho más contundentes que las que criticaban a Israel.
Transcurridas cuatro décadas desde las primeras elecciones libres, 'decadencia' es en mi opinión la palabra que mejor define la actual situación política.