
En un gesto tan sorprendente como calculado, la que fuera su gran rival en 2016, Hillary Clinton, ha admitido que estaría dispuesta a nominar a Donald Trump para el premio Nobel de la Paz. Eso sí, la oferta viene con una letra pequeña casi inasumible para el actual presidente de Estados Unidos: acabar con la guerra de Ucrania, pero no de cualquier manera.
En declaraciones al podcast Raging Moderates, la exsecretaria de Estado enumeró unas condiciones que suenan a quimera: un alto el fuego sin intercambio de territorios y, sobre todo, la retirada rusa de todos los territorios ucranianos ocupados. Además, Rusia debería dejar de ser una amenaza para la seguridad europea; en resumen, "no poner a Ucrania en una posición donde tenga que ceder territorio al agresor".
La propia Clinton desveló el verdadero motivo de su aparente generosidad: "Mire, si pudiéramos lograr todo eso, y si el presidente Trump fuera el arquitecto, lo nominaría para el premio Nobel de la Paz, porque mi objetivo aquí es no permitir la capitulación ante Putin, fomentada por los Estados Unidos", zanjó, dejando claro que su propuesta es más un dardo contra un posible acuerdo con concesiones a Rusia que un verdadero reconocimiento a su némesis político.
Estas palabras adquieren una relevancia especial, pues se producen horas antes de la cumbre inédita que reunirá a Trump y Putin en Anchorage, Alaska. Una cita organizada al margen de Ucrania, la Unión Europea y la ONU, y que ha despertado un enorme interés en la esfera internacional.
No es un secreto el anhelo de Trump por obtener el Nobel de la Paz, un galardón que se le ha resistido pese a sus exitosas mediaciones en otros conflictos como los que enfrentan a Ruanda y República Democrática del Congo, o Armenia y Azerbaiyán. La oferta de Clinton, cargada de condiciones inalcanzables, parece más una forma de marcarle el terreno que una verdadera rama de olivo.
