El método Trump: el palo y la zanahoria que expulsan a dos millones de inmigrantes ilegales
Trump combina deportaciones y recompensas económicas para lograr la salida de dos millones de inmigrantes ilegales en Estados Unidos.
El Ministerio de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS), dirigido por Kristi Noem, anunció la semana pasada que, desde la llegada de Donald Trump al poder, se han deportado alrededor de 400.000 inmigrantes ilegales, a los que hay que sumar 1.600.000 que se han ido por su propia voluntad.
Aunque esto se queda algo corto del objetivo inicial de Trump de expulsar a un millón en su primer año —el departamento estima que para entonces serán 600.000 los deportados—, la cifra total de 2 millones y su proporción invitan a reflexionar sobre la verdadera política de inmigración, no solo en Estados Unidos, sino en cualquier país que busque recuperar el control sobre quién entra y quién se queda.
El palo y la zanahoria
Donald Trump ha abordado esta tarea por dos frentes distintos. Por un lado, las deportaciones, que se han llevado a cabo de la forma más visible e indiscriminada posible. El objetivo no era solo expulsar personas, sino generar miedo: el palo.
Por otro lado, ha ofrecido una recompensa a los inmigrantes ilegales que opten por irse voluntariamente. Les regala 1.500 dólares, el billete de avión y, sobre todo, no meterlos en la lista negra que prohíbe a cualquier inmigrante deportado forzosamente volver a pisar el país de por vida. Si se acogen a este programa —la zanahoria—, pueden optar a una green card o cualquier otra vía para convertirse en inmigrantes legales en el futuro.
Una escena difícil de asumir
Esto explica también escenas que, francamente, remueven las entrañas de cualquiera con un mínimo de sensibilidad humana. Las deportaciones, con arrestos en plena calle, provocan un rechazo instintivo, porque la mayoría de estos inmigrantes no son criminales; su único delito ha sido entrar ilegalmente en el país.
Nadie disfruta viendo cómo se trata mal a la gente que, por mucho que no lo hayan hecho correctamente, están en un país para intentar tener una vida mejor. Pero los verdaderos culpables de estas deportaciones no son tanto quienes las ejecutan, sino quienes permitieron la entrada masiva en primer lugar, que consintieron su permanencia, que les facilitaron trabajos y les dejaron construir una vida que ahora se ve truncada de golpe.
Un eje político global
Al final, cuando se infla un globo de inmigración descontrolada, siempre llega alguien que debe pincharlo. Y si ha crecido lo suficiente, no será un socialdemócrata con los ojos llorosos, sino un Donald Trump.
Esto es lo que acabará ocurriendo en todos los países occidentales con problemas migratorios, que son casi todos. Por eso, este nuevo eje entre cosmopolitismo y comunitarismo —o como queramos llamarlo— cobra cada vez más peso en las elecciones de Occidente, incluyendo España.
Vox no crece por ser de ultraderecha, como nos repite la propaganda, sino porque, hasta hace poco, era el único partido que se alineaba con lo que piensa la mayoría de los españoles sobre la inmigración, igual que la mayoría de norteamericanos o británicos, sean de izquierdas o de derechas.
Se trata de un eje transversal al clásico izquierda-derecha, y está destinado a decidir muchas elecciones en Estados Unidos y en el resto del mundo.
Lo más popular
-
Federico Jiménez Losantos: 'Alfonso Ussía, genio y melancolía' -
Vídeo: Así fue la mítica entrevista a Alfonso Ussía en 'Es la Mañana de Federico' -
Muere Alfonso Ussía -
Una relación sentimental oculta podría ser el origen del suicidio pactado de las adolescentes de Jaén -
Carvajal alerta a Trump: la herramienta electoral de la tiranía chavista opera en todo el mundo
Ver los comentarios Ocultar los comentarios