El cuerpo del Papa Francisco, expuesto durante cinco días en Roma para el último adiós de fieles y peregrinos, está siendo sometido a un meticuloso proceso de embalsamamiento que busca preservar su imagen pese al calor y la humedad de la ciudad.
El procedimiento comenzó con un lavado completo del cuerpo, seguido de masajes para prevenir el rigor mortis. Posteriormente, se drenó la sangre y se sustituyó por productos químicos destinados a ralentizar la descomposición.
El maquillaje también ha sido fundamental para disimular signos inevitables como hematomas visibles desde el día anterior. Cada pontífice puede decidir cómo desea que se realice este proceso, cuyas técnicas han evolucionado con los años para mantener una imagen digna y serena durante el velatorio público.

