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Perú y un futuro que pronostica una nueva crisis política

La presidencia de Dina Boluarte no ha dejado de coleccionar escándalos y sólo parece haber resistido gracias a la complicidad legislativa.

Dina Boluarte, presidenta de Perú. | Flickr Presidencia Perú

Dos años después de asumir la presidencia tras un absurdo intento de golpe de Estado por parte del comunista Pedro Castillo, a Dina Boluarte le espera un último año y medio en la presidencia en el que podría no tener la tranquilidad de la que ha gozado gracias a un Congreso que ha sido más que tolerante pese a los numerosos escándalos.

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Si algo caracteriza los últimos años de la política peruana ha sido la inestabilidad política y social, mientras que la económica parece haber aguantado cada crisis por la que ha pasado el Perú. Es así que desde 2016, el país ha tenido hasta seis presidentes, lo que finalmente no ha permitido la esperada estabilidad.

Ese año, un Congreso con una robusta mayoría absoluta del partido fujimorista Fuerza Popular, cuya lideresa Keiko Fujimori había vuelto a perder las elecciones presidenciales, se dedicó a arremeter contra el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski, para finalmente provocar su renuncia en 2018.

Seis años después, mucho ha ocurrido, y Perú incluso ha sufrido un golpe de Estado, afortunadamente fracasado, y que dejó al frente del país a la vicepresidenta Dina Boluarte, elegida en la misma fórmula electoral que Castillo y muy cercana al líder del partido marxista-leninista, Perú Libre, Vladimir Cerrón, actualmente prófugo de la justicia desde hace más de un año. Algo similar ocurre con su propio hermano que también recibió una orden de captura hace unas semanas pero que hasta ahora no logra ser ubicado. Sobre estos dos casos, el gobierno ha debido salir al paso de muchas acusaciones respecto a su pasividad en dicha búsqueda y ubicación.

Ahora mismo la gran discusión radica en si la presidenta dejó sus funciones para someterse a una cirugía estética sin avisar oportunamente al Congreso, para así seguir los procedimientos adecuados, considerando que ahora mismo en el Perú no existe vicepresidencia, y que el encargo del despacho presidencial recaería en el presidente del Congreso.

Este hecho ha generado que la Fiscalía inicie una investigación preliminar contra Boluarte por el presunto delito de abandono de cargo y omisión de actos funcionales y que algunos congresistas piensen nuevamente en la posibilidad de iniciar un nuevo proceso para pedir la destitución de la presidenta. Ella misma respondió a estas pretensiones: "Basta de rumores de vacancia presidencial. El Perú aprendió que con ese resquebrajamiento de la democracia y del Estado de Derecho quien pierde es el Perú, quienes pierden son las personas vulnerables".

El hecho es que pocos saben qué ocurría realmente en este año y medio que le queda a Boluarte al frente de la presidencia. Hoy es una evidencia que la mayoría del Congreso ha sido cercana al Ejecutivo y ninguna de las numerosas mociones de destitución -antes tantas veces relevantes y determinantes- han salido adelante en parte gracias a los aparentes socios que tiene la presidenta en el Legislativo. La pregunta es que si en este año y medio, esos apoyos se mantendrán.

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