
El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, que últimamente ha hecho algunas declaraciones completamente estrafalarias sobre el conflicto entre Israel y Hamás –llegando a acusar al Estado judío de haber financiado a la banda terrorista– prepara ahora un plan de paz cuyo borrador se ha filtrado a Euractiv, un medio especializado en asuntos de la UE.
Como todos los esfuerzos de la diplomacia mundial, el plan de Borrell pasa por la famosa "solución de dos Estados", es decir, constituir en los territorios de la Franja de Gaza y Cisjordania –más los que se pudiesen acordar en la mesa de negociaciones– un Estado palestino que conviviese con Israel.
Lo cierto, sin embargo, es que esta solución se enfrenta a serios problemas sobre el terreno, empezando porque es como mínimo cuestionable que la parte palestina quiera tal cosa o esté preparada para ello, pues ya con anterioridad ha rechazado varias oportunidades para hacerlo: el propio plan de partición de la ONU en 1947 o las propuestas que se le hicieron en varios procesos de paz, al menos en los años 2000, 2001 o 2008, eso sin contar el plan que propuso Trump en el 2020, con la promesa de una lluvia de millones sobre Palestina.
Sin palestinos e israelíes durante un año
Lo más sorprendente del plan es, sin duda alguna, el diseño que Borrell ha hecho de su arranque: se pondría en marcha en una "conferencia de paz preparatoria" en la que estarían la propia Unión Europea, Estados Unidos, Egipto, Jordania, Arabia Saudí, la Liga Árabe y las Naciones Unidas.
¿Echan en falta a alguien? Efectivamente, de este encuentro estarían excluidos los verdaderamente interesados por la cuestión: israelíes y palestinos con los que, eso sí, los participantes en la conferencia estarían en contacto permanente –"en cada paso y en cualquier momento"– según dice el documento.
Esta conferencia tendría un año para diseñar un plan de paz que sólo entonces sería presentado a las dos partes en conflicto, que a partir de ahí usarían ese texto en cuya elaboración no habrían participado como la base para sus negociaciones. "Serían ellos –israelís y palestinos– los que negociarían el texto final", reconoce el documento, en una muestra de generosidad, visto lo visto.
Un aspecto positivo es que, al menos, en la parte palestina el documento sólo admite como interlocutores a la Autoridad Nacional Palestina y la OLP, es decir, excluye a Hamás.
El plan incluirá también, siempre según la información que ofrece Euractiv, una serie de ayudas para incentivar a las partes en conflicto a aceptarlo, así como un reconocimiento del nuevo Estado y la normalización completa de relaciones de Israel con los países del entorno, una normalización que hasta cierto punto ya se había iniciado con los Acuerdos de Abraham, en marcha desde 2020.
¿Borrell y la UE?
Más allá de su contenido, la iniciativa que ha tomado Borrell resulta un tanto sorprendente por su oportunidad. Para empezar, no parece que el conflicto en la Franja de Gaza pueda frenarse con unas negociaciones a un año vista.
Además, lo cierto es que no parece que la Unión Europea sea en este momento una fuerza tan potente como para impulsar un proceso de paz, ya no sólo por su habitual dificultad para plantear y desarrollar política exterior común, sino porque en este caso concreto las posturas parecen muy alejadas entre países como Alemania o Italia, que han respaldado sin la más mínima duda a Israel, y España, que se ha desmarcado con un posicionamiento completamente antiisraelí.
Por otro lado, el propio Borrell, que está multiplicando declaraciones más allá de las posturas oficiales de la Unión y, desde luego, mucho más allá de lo que se consideraría una posición neutral, lo que debilita su posición como verdadero mediador entre las partes, algo que resulta evidente a cualquiera aunque políticos como él mismo o Pedro Sánchez no parezcan entenderlo.


