
La superficie total de tierras cultivadas en España ha vuelto a descender en 2024 con una caída del 0,42% respecto al año anterior, lo que nos deja con 16,71 millones de hectáreas cultivadas. Los grandes reyes siguen siendo cereales, olivos y viñedos, los tres cultivos que más superficie abarcan en nuestro país. Sin embargo, la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos (Esyrce), publicada por el Ministerio de Agricultura muestra que hay ciertos cultivos que han experimentado un notable auge en 2024 y uno de los que más ha crecido es el superalimento conocido como arroz inca, grano sagrado o cereal madre: la quinoa.
Según los datos de Esyrce, en el año 2023 se cultivaron 879 hectáreas de quinoa, una cifra que ascendió un 136% en 2024 hasta las 2.074 hectáreas. Andalucía acapara la mayor parte de la superficie cultivada, que también empieza a extenderse por Castilla y León y Aragón, donde los agricultores están experimentando con este cultivo a pequeña escala.
El secreto del éxito de este grano originariamente andino lo conoce perfectamente Susana Vilariño Rodríguez, responsable del departamento de I+D de Algosur, uno de los mayores productores de quinoa de nuestro país con unas 2.100 hectáreas sembradas en Andalucía este 2025. De hecho, acaban de construir un silo con capacidad para 30.000 toneladas.
Un cultivo resistente y adaptable
La primera clave de la creciente popularidad de la quinoa entre los agricultores es que es resistente y se integra perfectamente en la rotación de cultivos. "Se recomienda mucho al agricultor de algodón en la zona de Lebrija (Sevilla), porque la quinoa se puede sembrar en enero, se cosechar a finales de abril y, después, se puede sembrar el algodón", explica Vilariño. Además, "los agricultores muchas veces quieren tener otro cultivo en rotación porque reduce el riesgo de enfermedades o plagas".
Además de ser una opción cómoda, es resistente y sencilla. Dependiendo de la época, la variedad y la zona, puede ser de secano o de regadío y, "lo más complicado de la quinoa es preparar el suelo con un buen aporte de nutrientes para que nazca". El resto es sencillo. "A no ser que vengan inclemencias del tiempo que no podemos controlar, es cuestión de preparar el terreno, abonar, sembrar, hacer uno o dos pases de cultivador para eliminar malas hierbas y esperar la cosecha. En condiciones normales, es un cultivo muy fácil", señala Vilariño.
Precio cerrado y demanda creciente

Otro de los grandes atractivos de este cultivo es que predomina el contrato a precio cerrado, lo que ofrece seguridad a los productores: "Cuando el agricultor decide sembrar, ya sabe cuánto se le va a pagar dependiendo que la variedad y el tipo de cultivo de quinoa".
Con respecto a los precios, según Vilariño, ahora mismo los productores reciben entre 50 y 80 céntimos por cada kilo de quinoa, muy lejos de los 4 euros que se llegaron a alcanzar en 2022 según la plataforma Tridge, pero, en cualquier caso, mucho más rentable que el cultivo de cereal.
En cuanto al consumo, en España se consume aproximadamente 175 toneladas de quinoa al año, según datos de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición. Es decir, en torno a unos 30 gramos por persona al año, una cifra muy baja comparada con otros países europeos como Holanda o Francia (120–140 g.) e incluso frente a productores andinos como Bolivia o Perú (5,2 kg y 1,8 kg, respectivamente).
Algosur exporta alrededor del 70% de su producción a otros países europeos, como Francia o Italia, donde la quinoa se utiliza también para la elaboración de pastas aptas para celíacos por la ausencia de gluten y nutritivamente interesantes por el aporte de proteínas.
"Cuando nosotros empezamos, España consumía el 4% de la quinoa de Europa. Aunque la demanda ha crecido, países como Holanda, Francia o Italia siguen consumiendo bastante más. En España, las paellas están muy ricas. Cuesta mucho sustituir el arroz", bromea Vilariño.


