L D (EFE) Bush había prometido ocuparse de la cuestión migratoria durante los primeros meses de su mandato, que se inició en enero de 2001, pero los atentados de septiembre de 2001 cortaron ese proyecto de raíz.
Se calcula que en EEUU viven entre ocho y doce millones de inmigrantes ilegales, la mayoría procedentes de México, cuyo presidente, Vicente Fox, ha celebrado las medidas anunciadas por Bush. El programa temporal beneficiará a los trabajadores extranjeros y a los millones de indocumentados que trabajan "sin papeles" en territorio estadounidense.
Tras advertir que no se trata de una "amnistía" y que los empresarios deberán agotar las posibilidades de que estadounidenses ocupen las plazas, el presidente Bush dio a conocer que se abre la posibilidad de que migrantes ocupen plazas de trabajo de forma legal. En la propuesta se contemplan dos vías para trabajadores inmigrantes. Para quienes ya residen en EEUU se establecerá solicitar una visa especial de trabajo temporal, previo pago de una multa y tras demostrar que tienen un empleo estable y que sus contratantes responden por ellos. Este será el proceso inicial hacia la residencia permanente o la ciudadanía. Mientras, para los que aún están fuera del país, se incrementaría la cifra de plazas temporales permitidas. Se brindarían visas de trabajo hasta por tres años y, al final, hay posibilidad de tramitar la residencia. El presidente precisó que mientras disfruten de este permiso de trabajo temporal, estos extranjeros podrán tener consigo a su cónyuge y a sus hijos.
Para que los extrajeros puedan acceder a los puestos, las empresas deberán demostrar que no pueden encontrar ciudadanos estadounidenses capaces de desempeñar los trabajos ofrecidos. Bush dio a conocer que los migrantes recibirán una tarjeta con la que podrán "ir y venir" sin temor a que se les niegue el ingreso al país.
Para que los extrajeros puedan acceder a los puestos, las empresas deberán demostrar que no pueden encontrar ciudadanos estadounidenses capaces de desempeñar los trabajos ofrecidos. Bush dio a conocer que los migrantes recibirán una tarjeta con la que podrán "ir y venir" sin temor a que se les niegue el ingreso al país.
Una reforma a fondo de la política migratoria
Bush también resaltó la necesidad de poner en marcha una reforma a fondo de la política migratoria de EEUU, para lo cual pidió que el Congreso estudie cinco líneas maestras, entre las que figuran el control de las fronteras, respuestas congruentes a las demandas del mercado laboral, "compasión" hacia los indocumentados y protección laboral para quienes entren en la legalidad. Además, Bush pidió que se busquen incentivos para que los trabajadores regresen a sus países, entre los que podría haber ciertos tipos de cuentas de ahorro y acuerdos recíprocos para que éstos reciban beneficios de pensiones por el tiempo que trabajaron en EEUU.
Estas propuestas son el mayor cambio en la política migratoria de EEUU en dos décadas, y su presentación se produce a poco más de 10 meses de las elecciones presidenciales de noviembre, para las que Bush quiere aumentar su aceptación entre el creciente voto hispano.
