
L D (EFE) Teherán desafió la semana pasada a la comunidad internacional al romper el precinto de la ONU de algunas de sus plantas nucleares para reanudar sus programas de investigación y desarrollo, que asegura que sólo persiguen la creación de energía para uso civil.
Según la citada fuente, los representantes de los seis países reunidos en Londres subrayaron su interés en conseguir una solución "diplomática" a la crisis, aunque no ocultaron su "seria preocupación ante los movimientos iraníes para reiniciar las actividades de enriquecimiento de uranio".
Antes de la reunión diplomática, que se celebró a puerta cerrada, el ministro británico de Asuntos Exteriores, Jack Straw, advirtió de que "no hay que precipitarse" en sancionar a Irán. Straw se refirió al contencioso con el régimen de Teherán para subrayar que el hecho de que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas pueda debatir el caso no significa necesariamente que vayan a imponerse sanciones.
El jefe de la diplomacia británica dijo también que "le toca al régimen de Teherán dar confianza a la comunidad internacional de que su programa nuclear tiene sólo fines pacíficos". "Desafortunadamente esta confianza se ha visto mermada por su historial de engaño y ocultaciones", añadió el ministro.
Hasta ahora, las potencias occidentales habían pedido a la República Islámica que suspendiera sus programas de conversión de uranio, ya que Estados Unidos y Europa sospechan que puede ocultar la fabricación de una bomba atómica. La decisión de Irán del pasado martes de reanudar su actividad nuclear provocó una airada reacción internacional.
En consecuencia, Londres, París y Berlín pidieron una reunión urgente de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, que elaborará un informe y podría remitir el caso al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Los 35 países miembros de la AIEA examinarán las medidas que se adoptarán contra Irán por retirar el precinto de la ONU de algunas de sus plantas nucleares.
Según la citada fuente, los representantes de los seis países reunidos en Londres subrayaron su interés en conseguir una solución "diplomática" a la crisis, aunque no ocultaron su "seria preocupación ante los movimientos iraníes para reiniciar las actividades de enriquecimiento de uranio".
Antes de la reunión diplomática, que se celebró a puerta cerrada, el ministro británico de Asuntos Exteriores, Jack Straw, advirtió de que "no hay que precipitarse" en sancionar a Irán. Straw se refirió al contencioso con el régimen de Teherán para subrayar que el hecho de que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas pueda debatir el caso no significa necesariamente que vayan a imponerse sanciones.
El jefe de la diplomacia británica dijo también que "le toca al régimen de Teherán dar confianza a la comunidad internacional de que su programa nuclear tiene sólo fines pacíficos". "Desafortunadamente esta confianza se ha visto mermada por su historial de engaño y ocultaciones", añadió el ministro.
Hasta ahora, las potencias occidentales habían pedido a la República Islámica que suspendiera sus programas de conversión de uranio, ya que Estados Unidos y Europa sospechan que puede ocultar la fabricación de una bomba atómica. La decisión de Irán del pasado martes de reanudar su actividad nuclear provocó una airada reacción internacional.
En consecuencia, Londres, París y Berlín pidieron una reunión urgente de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, que elaborará un informe y podría remitir el caso al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Los 35 países miembros de la AIEA examinarán las medidas que se adoptarán contra Irán por retirar el precinto de la ONU de algunas de sus plantas nucleares.
